En una derrota influyen diferentes factores. Más allá de acciones fruto de la mala suerte, como el despeje de cabeza de Loureiro en el primer gol del Granada, el pasado sábado, existen condicionantes que, combinados, confluyen para que un partido discurra por unos derroteros que, en el caso del conjunto blanquiverde ante los nazaríes, no fueron los deseados. Posiblemente, las virtudes de los de Diego Martínez no fueran contrarrestadas suficientemente, entre otros motivos, porque son aspectos del Córdoba en los que se ha de mejorar sensiblemente y necesitan no solo de trabajo táctico: quizás, también de algún cambio de nombres.

Podría resumirse que el problema blanquiverde está en campo propio, ya que el aspecto goleador lo tiene resuelto, pero no así la salida de balón y, mucho menos, la presión y el trabajo de recuperación. Y ante el Granada, ambos problemas (quitar el balón al rival cuando este ataca y salir con cierta solvencia hasta el campo contrario) se expusieron de forma cruda, principalmente, porque el nivel de los nazaríes, en esos y en otros aspectos, es sobresaliente. No están donde están en la tabla de casualidad.

Según datos recogidos de la plataforma InstatInstat, la media de balones recuperados por los 14 nazaríes que jugaron el viernes en lo que se lleva de temporada es de 70 balones por encuentro, 18 de ellos en campo contrario. En El Arcángel el Granada recuperó uno más, 71, pero 22 de ellos fueron en campo contrario. Por su parte, los blanquiverdes llevaban una media de 65 balones recuperados por partido en lo que se lleva de campaña, 15 de ellos en campo contrario. Ante el Granada, cumplieron su media, 65, pero solo 12 fueron en campo contrario. Comparando, los blanquiverdes recuperaron esa docena de balones en campo rival y el Granada casi dobló esa cifra, 22.

Curro Torres tiene un problema individual o de nombres más que de concepto. Mientras que en los tres partidos en los que ha participado Bodiger, el francés es el que más kilómetros ha recorrido de todo el equipo (hay que recordar que no está aún en plenitud física), también fue el hombre del centro del campo que más recuperaciones sumó en el último encuentro, siete, dos de ellas en campo contrario. Álvaro Aguado sumó solo una, en el campo nazarí, mientras que De las Cuevas logró tres, dos de ellas en campo contrario. Por la característica de estos dos últimos, la sensación en alguna fase del duelo del pasado viernes era la de una medular algo hundida en la que el francés intentaba llegar a lo que podía, por lo que el mensaje que mandó el propio equipo es el de la necesidad de incluir de inicio un jugador con más perfil defensivo, aprovechar la versatilidad de Bodiger y meter a un hombre con más capacidad de manejo de balón, el propio Aguado o Blati Touré, que siempre que ha salido en los últimos encuentros ha transmitido muy buenas sensaciones. Dejar el 1-5-2-2-2-1 en el que pareció transformarse el equipo y crear una línea real de tres.