Todo el mundo contiene la respiración en el Córdoba CF y su entorno. ¿Qué pasará a partir del 30 de junio? La pregunta referencial del cordobesismo desde que se produjo el desembarco del grupo Infinity sigue centelleando. No se trata ya de si el que continúa compitiendo es «el Córdoba de toda la vida» o «uno nuevo». La relevancia de ese debate sentimental quedó sepultada bajo el peso de las nuevas circunstancias. Al Córdoba CF le ha cogido la crisis del covid-19 en mal momento -¿cuándo ha tenido uno bueno en los últimos tiempos?- y ahora se debate en medio de una tormenta global añadida a sus líos domésticos.

El último episodio fue la presentación de un ERTE (Expediente de Regulación Temporal de Empleo) por parte de Unión Futbolística Cordobesa (UFC), la sociedad anónima deportiva a través de la cual el grupo Infinity compró con capital bareiní la unidad productiva del Córdoba CF SAD, con cuyos derechos federativos está militando el club de manera transitoria en Segunda B y bajo una administración concursal. Si hay final de liga exprés con un play off de cuatro o de ocho no parece el tema más preocupante para el Córdoba CF, que contempla de perfil -algún comunicado por obligación moral y poco más- ese gallinero de intereses y anda más pendiente de lo suyo: saber cómo queda situado en el mapa cuando la Federación se pronuncie sobre la transmisión de derechos entre las sociedades anónimas del CCF y UFC. Y a partir de ahí, todo lo demás.

Los mensajes públicos de los actuales rectores del club blanquiverde siguen siendo de cauta esperanza en un desenlace positivo. De hecho, la maquinaria se está poniendo a funcionar con decisiones determinantes para la construcción de un nuevo proyecto deportivo. A día de hoy, con la población saliendo poco a poco de una cuarentena con confinamiento domiciliario y el fútbol ausente de los campos y las gradas, el Córdoba CF ha metido el bisturí en puestos principales: la dirección deportiva y el banquillo, que llevan los nombres de Juan Gutiérrez y Juan Sabas.

El primero asumirá las funciones que anteriormente desempeñó Alfonso Serrano, quien fue despedido de su cargo el pasado martes después de una estéril negociación para poner fin a su vínculo de modo amistoso, según reconoció el propio club. El vallisoletano tenía contrato hasta 2021 con una serie de cláusulas que, si nada lo remedia, tendrán su discusión ante los tribunales de justicia. Uno más en la lista de litigios del Córdoba.

El abrupto final de la temporada por el coronavirus y la tesitura deportiva -las últimas jornadas fueron extraordinariamente dañinas para los intereses blanquiverdes- ponen al Córdoba CF en un kilómetro cero con manos libres para el nuevo equipo que llegó de la mano de Infinity. Juan Rodríguez será el ejecutor desde la dirección deportiva de un plan diseñado por el veterano Miguel Valenzuela -más de dos décadas de servicio en el Betis-, que ejerce como asesor deportivo del consejo. David Ortega, otro de los fichajes de despacho, se encargará de la cantera contando con el cordobés Rafael Herrerías, conocedor de los entresijos locales. Jorge Rodríguez de Cózar, el actual secretario técnico, podría ser el siguiente en salir.

Y para el banquillo, todo queda en manos de Sabas, que ni siquiera tuvo opción de debutar tras la destitución de Agné unos días antes de la crisis del covid-19.