El mal inicio liguero del Córdoba ha abierto un debate, provocado por el propio entrenador, sobre el sistema ideal para el conjunto de José Ramón Sandoval. El de Humanes decidió, ya en la tercera jornada de Liga, romper la idea inicial de jugar con tres centrales y dos carrileros. En su lugar, alineó en Albacete una primer línea de cuatro, con Fernández y Quezada (en realidad, un extremo) jugando como laterales. Para intentar compensar el déficit defensivo, el conjunto blanquiverde partió con Vallejo y Bambock en el doble pivote, una pareja física que, como se sospechaba de inicio, tuvo graves problemas para conectar con la zona de ataque. Máxime, cuando el teórico encargado de hacerlo, Alfaro, ocupaba posiciones en punta contínuamente. Sabiendo del perfil del onubense, esa posición fue la elegida por su propio técnico, que no supo resolver el problema en ataque, por lo tanto. El grave contratiempo vino atrás, cuando ese doble pivote no compensó defensivamente la reducción de hombres atrás, ya que siempre estuvo en inferioridad. El vitoriano y el franco-camerunés se vieron ahogados por hasta cuatro hombres: Erice, Febas, Eugeni Valderrama (alineado como falso segundo delantero) y hasta por Susaeta, que falseaba su posición de extremo metiéndose siempre por dentro.

Por lo tanto, se volvió a comprobar que el problema no deriva de esa línea de cinco y sí del trabajo que necesita la medular. Además, es obvio que la configuración de la plantilla ha ido dirigida hacia ese sistema de 1-5-3-2 o, en cualquier caso, a jugar con tres centrales y dos carrileros. Se mantuvo en la plantilla a Javi Galán, siempre como carrilero, y se incorporó a Quezada, cuya corta carrera se ha desarrollado, casi siempre, en el extremo zurdo. A Fernández y a Loureiro ya se les conocen y el cuarto central que llegó, Luis Muñoz, lo hizo precisamente por esas cualidades que pueden encajar en dicho sistema: puede no ser excesivamente contundente, pero sí lo suficientemente rápido y con el mínimo manejo de balón para ese esquema táctico. Tampoco buscó el Córdoba extremos puros en el mercado y se centró en hombres del centro del campo (se habló con Roberto Olabe, Kaptoum y otros) y en delanteros. Al final llegó un interior como Blati Touré, dos delanteros, Erik Expósito y Piovaccari y, finalmente, Miguel de las Cuevas, este último petición expresa del entrenador.

Visto el arranque liguero y la configuración de la plantilla se podría pensar que al Córdoba, pese al milagro de la pasada campaña, no le fue excesivamente bien con el sistema de tres centrales y dos carrileros.

Nada más lejos de la realidad. El Córdoba de Sandoval, en la 2017/18, disputó 16 encuentros, de los que nueve los hizo con cuatro defensas (dos laterales) y siete de ellos lo hizo con el sistema de tres centrales y dos carrileros, con diferentes variantes.

En el primero de los casos, sobre 27 puntos en disputa, el Córdoba obtuvo 16 puntos, el 59,25% de los que estaban en juego. Anotó 13 goles y encajó una cifra más que destacada de 11 goles, más de uno por encuentro. Seis victorias (ante el Valladolid, en Alcorcón, contra el Lugo, en Tarragona y ante el Lorca), un empate (ante el Oviedo) y tres derrotas (en casa ante el Granada y el Huesca y el Soria).

En el segundo de los casos, es decir, con un sistema de tres centrales, el Córdoba sumó entonces los mismos puntos, 16, pero sobre 21 en juego: el 76,19% de los puntos en disputa. Mientras que con línea de cuatro el Córdoba encajó 11 goles en nueve partidos, con esa línea de cinco a los blanquiverdes sólo les marcaron cuatro goles en siete partidos. Defensivamente los números lo dejan claro, pero es que ofensivamente también. Si con línea de cuatro el Córdoba anotó 13 goles en nueve encuentros, con línea de cinco vio puerta en 15 ocasiones en siete partidos, a más de dos por encuentro. En esa fase de siete encuentros con el 1-5-3-2 y sus variantes (siempre con tres centrales), el Córdoba ganó en El Arcángel al Sevilla Atlético, al Almería y al Sporting de Gijón, además de ganar en Reus y en Vallecas y empatar en El Sadar, mientras que sólo sufrió una derrota, en León.

Por lo expuesto, tanto por los números como por la configuración de plantilla, el dibujo más lógico para este Córdoba es el que tiene como base tres centrales y dos carrileros y sus diferentes variantes. En Pamplona, por ejemplo, jugó un 1-3-4-1-2, con Narváez como mediapunta por detrás de Sergi Guardiola y Jovanovic, mientras que por detrás del hoy jugador del Almería estaban Edu Ramos con Álex Vallejo y Loureiro y Javi Galán en los carrileros, a la altura de la pareja de mediocentros. También llegó a jugar un 1-3-5-1-1, con Aguza, Ramos y Aguado en la medular, Reyes por delante y Sergi Guardiola en punta, como en el último encuentro de Liga, ante el Sporting (3-0) o en el triunfo en El Arcángel ante el Almería (2-0). Quizás lo que haya que tocar está más en la medular. Dotarla de más músculo sin perder demasiada calidad en el pase y, sobre todo, que el equipo sepa cómo contactar con sus atacantes. O que haya alguien encargado de ello. Lo que parece difícilmente discutible es que este Córdoba ha de jugar con tres centrales.