El segundo capítulo del análisis del equipo corresponde a lo meramente deportivo: la plantilla y su entrenador, un Carrión contestado desde el inicio por la afición.

¿PLANTILLA BUENA-PLANTILLA MALA?

Es injusto reducir un plantel a un solo calificativo, tanto para bien como para mal. Se ha llegado a hablar maravillas de jugadores que han llegado al Córdoba en este verano de los que, simplemente, no se podía contar nada. O por un bolo de verano contra un Tercera con cuatro entrenamientos. Nadie vio a Stefanovic, a Joao Afonso o a Jovanovic. Personalmente, sólo vi dos partidos de Josema en el Murcia. Pero sí se puede hablar de lo que muestra este Córdoba después de un mes de competición y dos meses de pretemporada.

En la portería tenía camino hecho con el descubrimiento de Kieszek, que fue uno de los destacados durante la pasada temporada, por lo que es lógico pensar en su titularidad. Máxime cuando Stefanovic sólo dejó detalles positivos en pretemporada. La Liga le ha sentado mal al serbio y en Albacete, a pesar del triunfo, no dejó tranquilo a nadie, sobre todo en las salidas por alto. Lo ocurrido en el Mini Estadi le coloca en mal lugar y peor perspectiva de titularidad.

Fernández regresó al Córdoba para volver a sentirse importante, a ser el que fue cuando se marchó al Zaragoza. Sus cuatro años lejos de El Arcángel han marcado una línea descendente, no por el descenso a Segunda de los maños poco después de llegar allí, sino porque en el Oviedo su titularidad era muy discutida. Su alternativa en el puesto es un joven de 20 años y con 42 partidos de experiencia en Segunda B. A la izquierda, un caso similar. Por un lado, un Dani Pinillos que marcó un buen nivel en el primer año en la Championship y que su lesión de cruzado cortó su progresión. Su alternativa llegó a minutos del cierre de mercado de verano. Javi Noblejas llegó en marzo al Albacete y subió con los manchegos, que prefirieron mantener a Morillas, contratar a Bíttolo y ni siquiera ofrecerle la continuidad al hoy jugador del Córdoba, cedido por el Rayo Vallecano. Por el centro, Joao Afonso ha mostrado buenos fundamentos y contundencia cuando ha podido, pero también excesiva lentitud y cierta falta de adaptación. Caro necesita una pareja jerárquica en esa zona, mientras que Josema tiene un déficit claro entre lo que se hablaba de él y lo que se le ha visto. Tiene velocidad y cierta anticipación, pero tanto él como el portugués no existen en algo que se pregonaba en verano como fundamental para el equipo: el juego con el balón en el pie.

También se promocionó mediáticamente desde el club el centro del campo durante el verano. Una medular que, hay que recordar, logró la salvación en la penúltima jornada liguera y que posiblemente merecía ser apuntalada en lugar de ser mantenida intocable contra viento y marea. Intocable bajo el argumento que se lanzaba desde las oficinas de El Arcángel de que «si dura la Liga cinco jornadas más nos metemos» en el play-off de ascenso. No se quiso analizar cómo se lograron siete de los últimos puntos. Una cuestión de repasar fríamente la desconexión del rival en ese momento. Curiosamente, algo parecido ocurrió en pretemporada. Todo supuesto análisis deportivo que llega desde las oficinas de El Arcángel tiene un sustento claro, pero callado: no fichar, no invertir. Ese centro del campo sólo ha recibido una cara nueva, como alternativa a Edu Ramos: Álex Vallejo.

Tanto Álex Vallejo como Jaime Romero generan dudas en lo que a su físico se refiere. La esperanzadora velocidad de Jovanovic es el enésimo ejemplo de la forma en la que castiga una plantilla corta, mientras que Javi Galán -uno de los escasísimos hombres con desborde en la plantilla- intenta tomar responsabilidades para las que aún no está preparado. Será una moneda al aire: si es capaz de asumirlas, finalmente, asistiremos a la explosión de un futbolista al que se le pone rápidamente en la rampa de salida. En caso contrario... Edu Ramos, Javi Lara, Caballero, Aguza, Markovic y Esteve son futbolistas de muy diferente perfil que necesitan de un sistema que los pueda complementar. Todos tienen claro a qué juega el mediocentro defensivo, en este caso Edu Ramos. También el montoreño, que acapara toda la posesión y las pocas ideas del equipo de Carrión, pero ¿y el otro interior? No parece el técnico convencido de Aguza, aún menos de Markovic; Esteve no cuenta y las cualidades de Caballero son reiterativas si está Javi Lara y juega en su contra el no ser hombre de trabajo defensivo.

Curiosamente, el hombre más criticado por la afición es el que llegó con mejor currículum, más allá de esos cinco descensos sufridos por Jona Mejía. El malagueño ha promediado casi 16 goles por temporada en las últimas cinco. Un dato muy a tener en cuenta. Un hombre de remate, de área, al que no le llegan balones. Un puesto el suyo en el que no es fácil subsistir en El Arcángel, que censuró continuamente a Xisco Jiménez, por ejemplo, hasta que éste, curiosamente, no actuó como delantero centro puro. Ahí le llegó al balear el reconocimiento de la afición. Sergi Guardiola ha demostrado hasta ahora que tiene cabida en Segunda, pero también que a este plantel le hace falta, entre otras cosas, un delantero diferente.

ANTE LAS LAGUNAS, SISTEMA

Con todo lo anterior, la papeleta es para Luis Miguel Carrión, un entrenador que da sus primeros pasos en los banquillos profesionales, y que desde el principio ha tenido en contra a un sector importante de la afición. Si un técnico con dos ascensos a Primera y partidos en la máxima categoría, como Oltra, abrazó sin chistar el discurso del club -por lo que de ahí partieron las primeras críticas al valenciano-, Carrión no iba a ser menos. El concepto ofensivo del equipo, aun con lagunas, parece estar claro para el catalán. No así tanto el defensivo. En pretemporada, con equipos más débiles, se pudo ver al equipo presionando en campo contrario tras pérdida. En cuatro encuentros ligueros no se han visto esos movimientos y, precisamente de ahí, viene el primer problema de desorden defensivo del equipo. También ha defendido su estilo y ha insistido en que no lo moverá. Sin embargo, en Barcelona sí modificó el mismo: ante el filial azulgrana se defendió con un 1-4-4-1-1, y se desplegaba con balón con un doble pivote en el que Javi Lara acompañaba a Edu Ramos, mientras que Romero, Aguza y Javi Galán escoltaban a Jona. La idea sobre el papel no era descabellada, buscando superioridad en mediocampo a un rival que tiene muy interiorizado el 1-4-3-3. En cualquier caso, el técnico no podrá recular. La configuración de la plantilla no permite acorazarse defensivamente, por lo que todo pasa por intentar desarrollar un sistema que, ya en verano, generaba varias preguntas, entre ellas, cómo se iba a recuperar el balón, ya que la transición defensiva, el posicionamiento en general y la salida de balón son interrogantes que se añaden y que, ante la falta de respuesta táctica, han generado el primer problema importante del equipo. No le ayuda en nada el nivel de competitividad con el que han comenzado algunos de sus jugadores, muy lejos de lo que prometía el club o de lo que se recordaba de ellos. Así, Carrión tendrá que resolver sus propias dudas mientras espera que algunos de sus jugadores eleven el nivel y, paralelamente, que la grada tenga paciencia. Una tarea final que añadir a las anteriores: la subida desde atrás con el balón jugado requiere de, al menos, un central con esa capacidad. Los que hay en la plantilla no se han significado en ese apartado, por lo que debe tirar en ocasiones de hasta dos mediocentros para ello. Ese lunar más el del aislamiento del punta son los dos quebraderos de cabeza en ataque de un equipo que, en cualquier caso, debe mirar antes a sus espaldas.

CON LA MOSCA TRAS LA OREJA

Queda la afición, el motivo real para la existencia de todo esto y quebradero de cabeza del club desde hace seis años, empeñado en generar una pax romana, es decir, «vamos a llevarnos bien pero sólo con mis preceptos», porque en caso contrario... El Córdoba se encuentra constreñido entre un presente siempre contestado y un pasado que aspira a ser futuro desde hace un lustro. El club ha intentado unificar la animación y se ha encontrado con la respuesta negativa, de manera legítima, de uno de los sectores. Y, como casi siempre en cualquier actuación, el propio club carece de una alternativa, escudándose en reglamentos realizados ad hoc y otorgando así más argumentos a los atrincherados para permanecer en el parapeto. No es fácil -por no decir imposible- que el pasado se transforme en futuro, pero sí puede desestabilizar el presente. Pruebas hay en los últimos años. Mientras todo eso ocurre, a El Arcángel se le ha transformado la mirada, temporada tras temporada, y siempre valora con bastante escepticismo lo que ve sobre el césped, fruto de una credibilidad, la de la propia entidad, que pasó hace tiempo a mejor vida. Eso sí, antes de centrar las miradas en Carrión o en los jugadores, la grada comenzó en el último partido a mirar al palco. Son muchos años ya con la mosca detrás de la oreja y lo peor es que ésta casi siempre pica. La última, salvación en la jornada 41.