El próximo domingo el Córdoba cumplirá un mes de competición ante el Tenerife, el quinto partido de Liga y sexto de competición de este conjunto, el blanquiverde, al que se le marcó como primer objetivo el ascenso, ya que estar en Segunda «era un fracaso»; como segundo logro a conseguir, el ascenso, ya que se iba a pelear «hasta la muerte», y como tercer objetivo, «tocar el cielo en Las Tendillas», algo de lo que se estaba «seguro» en conquistar. Después de sumar sólo tres puntos de 12 disputados, tras 10 goles encajados en cinco partidos oficiales (incluyendo el de Copa) y olvidados ya tantos mensajes lanzados (y reproducidos insistentemente sin rubor) durante el verano, es momento de hacer un análisis profundo de los últimos meses: la plantilla que se ha confeccionado, el juego que se pretende, la inversión realizada y la competición que espera.

¿QUIÉN HA CONFECCIONADO LA PLANTILLA?

No se ha explicado negro sobre blanco y quizás por ello es conveniente apuntarlo, ya que las labores de expandir tinta de calamar en este Córdoba son contínuas. Esta plantilla la han confeccionado dos personas. Una de ellas no se ha tapado, en sus círculos, a la hora de reconocerlo y enorgullecerse de ello. Algo que es sano, objetivamente hablando. Así no ocurrirá como en temporadas anteriores, en las que se buscaban escudos contínuamente para esquivar la responsabilidad, no poca, que se tuvo en la confección de otros planteles y en las formas (deformas) de trabajar en el club. Por un lado hay un máximo responsable y, por otro, una persona que ha actuado como consejero deportivo y brazo ejecutor en las negociaciones. Así que todos los parabienes y felicitaciones o, caso contrario, petición de responsabilidades han de ir dirigidos a ellos. Los más cercanos a los jugadores pueden preguntarles a no pocos de ellos si conocían de algo al director deportivo del Córdoba o si habían cruzado palabra alguna con él durante la negociación con el club.

De hecho, varios futbolistas blanquiverdes fueron presentados a Álex Gómez una vez firmado el contrato. Lo han comentado ellos mismos durante el verano que ya finaliza. En este período han sido significativas las llamadas a los representantes, de los que la mayoría preferían hablar poco, dar escasos datos, muy al contrario de lo que pasa con otros clubs. En concreto, tres agentes preguntaron, literalmente, «¿quién es?» cuando se les habló del director deportivo del Córdoba y dieron el mismo nombre de interlocución, Cándido Cardoso, cuando informaron de la persona de contacto con el club para negociar o, finalmente, para firmar por el Córdoba CF. El cuarto agente al que se preguntó respondió, textualmente: «No me interesa nada hablar con la prensa, no tengo nada que decir». Ese agente ha colocado a media docena de futbolistas en la primera plantilla este verano. Así, dos de los cuatro puestos de máxima importancia en un club de fútbol se hallan ocupados por una especie de validos que no hacen sino labores de representación de un poder que les controla. Menos en la sombra, quizás, de lo que ese mismo poder desearía. Los otros dos son el entrenador (trataremos más adelante su caso) y el encargado o encargada de comunicación.

¿COSTE ECONÓMICO Y RELACIÓN ÉXITO/NVERSIÓN?

El hijo del máximo accionista y presidente entronizado desveló hace unos días que el límite salarial es de 5,9 millones, de los que, según sus propias palabras, «casi 1,5 millones» corresponden a traspasos. Hay que recordar, también, que el Córdoba ingresará esta temporada por derechos de TV más de 8 millones de euros, a los que habría que sumar patrocinios, publicidad, esponsorizaciones, ayudas y abonados, de los que un mes después de finalizar la campaña aún se desconoce su número, aunque aún así puede no ser aventurado afirmar que sólo por ese último concepto el club habrá ingresado no menos de 1,3 millones de euros. Para intentar justificar la racanería en la inversión en función de los ingresos obtenidos, desde el club hace un tiempo se repite el interesado -y erróneo- mantra de que no hay relación entre dicha inversión y el éxito deportivo, poniendo como ejemplo casos recientes como Rayo, Almería o Mallorca, que lucharon por evitar el descenso o cayeron a Segunda B.

Pero olvidan convenientemente que, la temporada pasada por ejemplo, ascendieron tres equipos que estaban entre los cinco primeros en inversión deportiva. ¿Traducción? Una máxima inversión en el equipo no te garantiza el éxito -aunque te acerque-, pero la racanería en ella te condena en un elevado porcentaje a sufrir por mantener la categoría. ¿Las excepciones? Un gran trabajo, profundo en tiempo y forma, en el apartado deportivo en base a profesionales generalmente reconocidos, si no mediáticamente, sí en el mundo del fútbol. Son los casos de clubs pequeños o no tan pequeños que en base a una labor de tiempo o de sabiduría han sabido llegar al éxito por conocimientos y profesionalidad ante la falta (que no autolimitación) de dinero. Ejemplos en este Córdoba de que se da prioridad al ahorro en el coste hay miles, pero baste el del gabinete de comunicación. Hasta hace unos meses existía una encargada que duró un año en el puesto, en el que no seguiría, entre otras razones por el coste. Se le ofreció el puesto a la encargada del primer equipo. Por supuesto, con un desembolso muy inferior al de su antecesora. Lo desechó por varios motivos, el económico entre ellos. Se le ofreció a dos personas más, recibiendo el club el «no» por respuesta. La cuarta opción es la que ocupa el cargo y, a pesar de su dedicación y empeño, ya sabe el motivo por el que hasta tres personas declinaron el «caramelo» envenenado que supone ser la persona que comunica en un club que no quiere comunicar o, peor, prefiere distraer contínuamente. Y todo, por un tercio de lo que costaba hace apenas tres meses.