Que dentro de la entidad blanquiverde se vive un clima en el que se mezcla la tensión, bastante, con derrotismo, mucho, no es un secreto. Ya desde hace una semana, aproximadamente, y ante el aumento de la carga de trabajo por parte de Juan Merino, corrieron varias voces desde dentro del club a transmitir que había cierto malestar en la caseta por la decisión. No tanto por el hecho de trabajar más o menos, sino por la preocupación por posibles lesiones y, también, porque no está siendo fácil que se interiorice el mensaje de Juan Merino.

Esos comentarios, provenientes desde el propio Córdoba, tuvieron su respuesta desde la grada, en concreto la de animación, que se dirigió al técnico el viernes con un mensaje para la plantilla: «Ponles más horas, Merino, ponles más horas...». Esos movimientos pueden ir unidos al cambio de opinión, sólo un mes después, del club con respecto al linense, un entrenador que da prioridad al apartado defensivo, sobre todo cuando ha llegado a un equipo que encaja dos goles por encuentro. Ese cambio de opinión se plasma en que la propia entidad blanquiverde, según pudo saber este periódico, ya ha hecho saber a Jorge Romero, entrenador del filial, la posibilidad de tomar las riendas del primer equipo.

Salvo aportación de capital del máximo accionista es la única salida que le queda al Córdoba. La LFP permite liberar un 25% sobre la ficha del entrenador destituido para firmar a un segundo técnico. Ese movimiento ya se produjo y llegar a contratar a un tercer técnico no es nada fácil. De hecho, y como uno de muchos ejemplos, el propio Nástic tuvo como segundo técnico a Merino, que relevó a Vicente Moreno en diciembre. Terminó la temporada Nano, técnico del segundo equipo grana. Es el último golpe de timón, salvo inversión.