Los grandes éxitos están detrás de las grandes incertidumbres, aseguró el entrenador del Córdoba CF, Enrique Martín, en la previa del encuentro contra el Real Murcia. Habría que añadir también que las grandes expectativas anteceden a los grandes fracasos, de ahí que todo lo que gira en torno al conjunto blanquiverde, en este arranque de temporada, haya que analizarlo con el mayor mimo, con todo el cariño posible, con más corazón que cabeza. Al menos, insisto, en este inicio liguero. Porque haciendo un ejercicio en pasiva, analizando a los tres rivales que ha tenido este Córdoba CF, hay que convenir en que tanto Recreativo Granada, como Villarrubia de los Ojos y Real Murcia han tenido más fútbol que el equipo de Enrique Martín. Y eso que, alguno de esos equipos están en construcción. Como el Córdoba CF. Pero teniendo más fútbol solo uno logró anotarle un gol y los blanquiverdes ya suman siete de los nueve puntos disputados. De ahí que cualquier análisis que se haga ahora, al menos en este nacimiento de la Liga, queda circunscrito a todo aquello que aún ha de construir este Córdoba CF que, se intuye -o se desea- sea mucho más de lo que han de construir otros. Tanto por presupuesto como por nombres y hombres.

Por ello, es incluso agradable escuchar a los aficionados a la salida de El Arcángel quedarse con lo bueno, el resultado, y tener paciencia para el futuro, porque alguna derrota llegará -deben ser pocas- y bueno será que en esos momentos se tenga siempre clara la idea, la referencia, de que este Córdoba CF debe ser trabajo, entrega y puntos.

Jugar bien no es hacerlo visualmente atractivo. Se puede jugar bien y que ese fútbol no guste al público. El Córdoba CF, en la primera parte ante el Real Murcia jugó mal en los dos conceptos: ni belleza, ni ideas, ni una intención clara de hacer daño al adversario. De ahí que los pimentoneros transmitieran, a partir del primer cuarto de hora, la sensación de que sabían a qué jugaban. El problema para los de Hernández es que morían siempre en el borde del área de Isaac Becerra que, de nuevo, fue de los mejores de su equipo. Una mano del portero blanquiverde en el minuto 28, otra intervención en el 37’ y una más al filo del descanso, en un centro-chut, fueron las acciones más claras de los visitantes. O habría que reseñar: el visitante. Peque protagonizó una primera parte más que llamativa en la que hizo sufrir a la defensa cordobesista y dejó claro a los de Enrique Martín que, sin trabajo y orden, el equipo sufrirá. Trabajo, principalmente, en el centro del campo. Tiene ahí una ardua tarea el navarro, porque en los tres compromisos ligueros ha entregado o le han ganado siempre la zona ancha del terreno de juego. El Córdoba CF respondió con tímidas llegadas, pero resultó determinante la aparición de Javi Flores para arrancar un contragolpe en el que contactó con Owusu, que recortó a un rival. Su disparo fue interceptado con el brazo por un central pimentonero y Pérez Muley decretó la pena máxima.

Ortuño convirtió el penalti y viendo el camino por el que Martín desea hacer discurrir a su equipo, más de la mitad de los tres puntos estaban ya en el bolsillo al ponerse por delante en el electrónico. De hecho, era la primera vez que se veía por delante con tanto trecho de partido por delante.

La segunda mitad tuvo un mejor tono en blanco y verde. Owusu se erigió en protagonista con varias acciones de regate y desborde. En una de ellas sirvió a De las Cuevas, al que le faltó un palmo para convertir su tiro en gol por la escuadra. También Ortuño tuvo la suya (min. 65) en una media vuelta dentro del área que mereció el gol. El Real Murcia pidió penalti sobre Peque minutos antes, y Marcos Legaz mostró que la desesperación se iba adueñando de los murcianistas. Lanzó un disparo desde 35 metros que obligó a Becerra a emplearse a fondo y se lesionó tras ese tremendo chut. El conjunto visitante iba perdiendo fuelle paulatinamente y el Córdoba CF iba controlando cada vez más el partido, algo que sonaba ya a otras fases de las dos jornadas ligueras anteriores.

Enrique Martín fue metiendo cambios y los que saltaron desde el banquillo le dieron la razón y motivos para para dudar en la próxima jornada. José Antonio González se hizo notar, tanto en el trabajo sin balón como en el objetivo de oxigenar en lo posible la medular blanquiverde. Antonio Moyano igual o más que el pontano. Tuvo dos claras llegadas que debieron finalizar en gol para el Córdoba CF, mientras que Fernando Román entró reemplazando a Víctor Ruiz para mantener un tridente atrás que, aunque no anduvo mal, no logró hacer olvidar a Fidel Escobar. Y eso que el panameño parece ahora el primer candidato al puesto de mediocentro defensivo.

Pero eso será otra historia que se escribirá a partir de esta semana. Por ahora, tanto este Córdoba CF como una gran parte de sus seguidores se entregan a los números. Aunque el aviso a futuro, sin agobios ni prisas, la nota de tareas pendientes a realizar en las próximas jornadas es la necesidad de tener más presencia en el centro del campo, más orden en el trabajo sin balón y -ojo- de que estén los que sí pueden estar y no solo los que quieren estar. Porque ya se sabe que si solo los números respaldan una idea, cuando las cifras vuelan, esa idea se marcha por el sumidero.

Tiempo de sobra hay por delante para hacer crecer a este Córdoba que, mientras tanto, se entrega al corazón y al pragmatismo. Dos elementos nada desdeñables. Con ellos, ya tiene siete de los nueve puntos disputados.