La mayoría de las críticas que ha recibido Luis Miguel Carrión han tenido fundamento. Tanto en los vaivenes de sus dos primeros meses como en el criterio a la hora de que la meritocracia impere en el vestuario. Pero no es menos cierto, también, que el catalán está teniendo bastantes dificultades, sobre todo en las últimas semanas, a la hora de componer no ya el once titular, sino la convocatoria. La ventaja de tener hombres experimentados es que en situaciones de extrema necesidad son ellos los que han de tirar del carro, asumir más responsabilidad que chavales, por ejemplo, como Guille Donoso. La contraprestación es el riesgo de lesiones, sobre todo en el último tercio de Liga.

Carrión tiene actualmente en el dique seco a Juli, a Caballero y a Deivid. Al menos hasta el mes de abril no podrá disponer de ninguno de los tres. Tras la batalla del sábado habrá que hacer recuento durante la semana, pero ya arrastra de las anteriores la duda de Antoñito, que lleva dos jornadas fortaleciendo los isquios y tuvo que ser relevado ante el Zaragoza por Bergdich, que jugó a banda cambiada. La entrada del marroquí se debía a que Pedro Ríos cumplía el primero de los dos partidos de sanción por la roja que vio en Tarragona. Además, para el duelo ante el Numancia, tendrá también sancionados, salvo recurso, a Edu Ramos y a Sergio Aguza, que vieron ambos la quinta amarilla. Así, y salvo las noticias que vayan llegando durante la semana, Carrión tiene seis bajas seguras ya para el sábado, tres por lesión y tres por sanción, y deberá esperar a resolver dudas que puedan surgir y otras que están por resolver, como la de Antoñito y Rodas.

En cualquier caso, a Carrión le tocará seguir continuando con el puzle.