Richard Carapaz ya tiene el Giro listo para sentencia. Ya está a tan solo 15 kilómetros de gloria para convertirse en el primer ecuatoriano que gana la ronda italiana en 102 ediciones. El Movistar también está a punto de hacer historia para volver a ganar la prueba con un ciclista sudamericano tras el triunfo logrado por el colombiano Nairo Quintana en el 2016. Se acabó la montaña y pasaron unos Dolomitas que dejaron escrito el nombre de Pello Bilbao como triunfador de una jornada de épica en la que Mikel Landa consiguió, aunque fuera de manera provisional, la tercera plaza del podio. Muy difíciles se le tienen que poner las cosas a Primo Roglic en la ‘crono’ final para que no recupere la plaza de honor.

El Giro 2019 ha vivido una semana de intensidad en la montaña, un lugar en el que Carapaz ha levantado el brazo para pedir paso y entrar con paso firme en el club de las grandes estrellas contemporáneas. Pero donde también Landa se ha ganado el cariño, el que siempre consigue el corredor tenaz en las cuestas, el escalador de pura cepa, el heredero de los Trueba, Loroño, Bahamontes, Julio Jiménez El Relojero de Ávila, el Tarangu Fuente, Perico, el Chava Jiménez y Contador, los que siempre han ambientado por su casta las ascensiones aunque, como ayer no consiguieran la victoria y no tuvieran el palmarés cargado de todavía más éxitos, incluso contando con la inestimable ayuda de la maglia rosa Carapaz, convertido en lo que siempre se ha denominado como un gregario de lujo.

En el ciclismo contemporáneo se dejan las escapadas y mientras se vigila por el rabillo del ojo a los rivales que pelean por la general, como un incombustible Nibali y un fatigado Roglic (el cansancio del esloveno es la mínima esperanza que tiene Landa para conservar la tercera plaza, tan fantástico como casi imposible) se permite que fugas donde circulan ciclista de buena planta, como Bilbao o Mikel Nieve, puedan soñar y hasta conseguir -la segunda victoria en este Giro- alguno de los más destacados participantes de la fuga, como fue el caso de Bilbao.

La última etapa en los Dolomitas se presentó como una jornada de colaboración táctica entre el Movistar y el Astana. Les venía bien a ambas escuadras trabajar en equipo. Carapaz se mantenía de líder, Landa podía auparse al podio y Superman López conseguir el triunfo de etapa. Se vio en la más dura de las cinco puertos de la jornada, el Passo Manghen, donde Superman, Carapaz y Landa se quedaron solos aunque luego la carrera se reorganizó en el descenso.

Y se observó ya en la última fase de la etapa cómo el Movistar dio libertad de movimiento a Landa, con Carapaz firme en su posición de gala, para que buscase el objetivo de capturar la fuga de Bilbao y situarse sobre el podio, ante un Roglic que ya iba cortado.

Pero apareció Nibali, el mejor Nibali, sacando fuerzas de la chistera para sacar tiempo a Roglic, también mejor que él en contrarreloj, y para obligar al Movistar a cambiar la táctica: Carapaz se convirtió en ayudante y Landa en jefe. Solo la proeza de Bilbao, de situarse a rueda, tras ser capturado, recuperar el aliento y aprovechar su punta de velocidad, más el error de Landa al tomar fatal la última curva, recompensó al vizcaíno con una victoria en los Dolomitas que nunca olvidará. Solo queda la contrarreloj del difícil y prácticamente imposible sueño de Landa para que Carapaz levante a los cielos de Verona la copa del Giro para sentirse el más feliz de los mortales.