Algo parece haber cambiado en el Córdoba desde su concentración en Montecastillo, criticada desde la incomprensión por algunos y apoyada por otros desde la perspectiva de que cualquier facilidad de la que se provea al equipo ha de ser bienvenida. No dejaba de ser el stage invernal una alegoría de lo que ha sido hasta hoy el club blanquiverde: el acceso, unos metros antes, estaba plagado del ruido de escapes provenientes del Circuito de Jerez, que iban sonando más tenues conforme se adentraba uno en el circuito de golf hasta llegar a los campos de fútbol, diseñados por Álex Ferguson, según insistían en recordar los propios trabajadores del hotel de concentración.

Mucho más ruido tiene este Córdoba desde fuera que en su interior, lo cual no quiere decir que no lo haya también por dentro pero, como dijo Esopo, la rueda más estropeada del carro es la que hace más ruido. Tiempo habrá de cambiarla. Y se cambiará. Mientras tanto, Miguel Flaño es una imagen nítida de este nuevo Córdoba. Tras un partido jugado se convirtió en capitán, justo durante esa convivencia en Montecastillo, porque tanto o más importante que el trabajo táctico de Curro Torres fue la convivencia de esos días. El martes pasado, nada más llegar a Jerez, Ángel Sanz (Spartan Race) dio una charla motivacional al grupo, al nuevo grupo en el que se había convertido el Córdoba. No deja de ser llamativo que justo en lo que cada uno de los jugadores debía definir como «compromiso» uno de los más elocuentes, a pesar de la dificultad del idioma, fuera Neftali Manzambi.

Podría pensarse que, precisamente los recién llegados, serían los más retraídos. Pero fue justo lo contrario. La idea generalizada la plasmó ayer en rueda de prensa el nuevo capitán, que no quiso enmarcarla en el triunfo en Tenerife, porque «sería ventajista». Pero sí reconoció que «a nivel mental, la concentración en Montecastillo nos sacó un poco, especialmente a los que llevaban más tiempo, de la rutina», pero quizás dio en la clave cuando admitió que «la situación, tras muchas incorporaciones y con no sé si dudas, por los resultados negativos, puede crear un poco de ansiedad en todos los que estábamos. También nos vino bien para salir de la rutina, juntarnos, relacionarnos más, compartir entrenamientos y minutos. Y no solo en el campo, sino también fuera», dijo Flaño. Las charlas en Jerez fueron más habituales de lo que pudo esperarse en un principio, ya que en el club se tenía claro que el aspecto mental, tanto individual como grupal, suponía la base a cambiar por completo en el Córdoba.

Más allá del resultado, como dijo el navarro, lo cierto es que en el Heliodoro se vio un equipo más solidario, más conjuntado y menos entregado «a su suerte» de lo que se pudo ver en los dos encuentros anteriores, en donde se vio mejora sobre el campo pero no tanto mental, de ahí las remontadas sufridas, lo que generó un bucle en el que la presión aumentaba con cada resultado negativo y, a su vez, éste llegaba por esa debilidad mental.

La idea que mandó el equipo y que verbalizó ayer el propio Miguel Flaño es la de un equipo que mandó en el campo el mensaje de que «somos capaces de sacar esto adelante».

Posiblemente, aquello que ahora dice el club, el lema de «Entre todos» tenga que ver con que ese nuevo mensaje mandado con el equipo tenga una ejecución mucho más factible si es acompañado y respaldado por su propia afición. Mañana, en El Arcángel, se comprobará. Es el momento.