Las amistades que se forjan durante la infancia son las que quedan grabadas para siempre. Las circunstancias de la vida pondrán a dos amigos fieles más cerca o más lejos, pero ese vínculo ya quedará sellado para siempre. Este es el caso de dos jugadores que se darán cita en la tarde de mañana en El Arcángel: el delantero del Córdoba Jona y el central del Numancia Albert Escassi.

Ambos jugadores se criaron en las calles del barrio malagueño de El Palo. «Nosotros estábamos muy tiesos para ir a la discoteca y por eso, debíamos divertirnos con cualquier cosa, por eso estábamos en la calle hasta las tantas riéndonos y de cachondeo», aseguró a este periódico el defensa numantino.

La infancia es una etapa de la vida que queda marcada en la memoria de todas las personas. Y este no es un caso distinto. «Desde que nos conocimos jugando al fútbol en las calles de El Palo, siempre hemos pertenecido a la misma pandilla y hacíamos numerosas travesuras». De hecho, «he pensado que si nuestros padres nos hubieran pillado nos habría caído una buena bronca». Pero, «ahora con 28 años muchas se pueden contar», destaca Escassi.

Una adolescencia motera

Tanto Jona como Escassi iban creciendo y llegaron a la adolescencia, esa edad en la que se tiene una primera toma de contacto directa con la realidad. Era ese periodo en el que «cogíamos nuestras motos y nos íbamos a dar vueltas y a cenar». Aunque en alguna que otra ocasión la moto juega una mala pasada, como le sucedió a Jona con 14 años «cuando se partió la pierna en un accidente de moto».

Además, de esta época vivieron una aventura que jamás olvidarán. «Fue un día de Halloween y nosotros no teníamos ni disfraz ni nada; entonces cogimos ropa normal, la rajamos y luego nos pintamos. Después, quisimos entrar en la discoteca pero no nos dejaban entrar en ningún lado, mientras veíamos cómo la gente disfrazada entraba. Al final acabamos a las tantas paseando por la calle y hablando», recordó sonriente el defensa rojillo.

Más allá de estas aventuras, estos dos amigos inseparables («Jona ha dormido muchas veces en mi casa y viceversa») tuvieron siempre el mismo pensamiento en común: el fútbol.

El fútbol, siempre presente

Esa fuerte amistad también se trasladaba cuando había un balón de por medio. «Con 11 años Jona ya hacía cosas increíbles y se veía que iba a ser futbolista profesional», señala un Escassi que reconoce que «yo he sido siempre más leñero». Albert también recuerda que «en juveniles también marcaba muchos goles y era un crack, de hecho ascendimos ese año a Liga Nacional con El Palo».

El fútbol puede ser un mundo apasionante lleno de ilusiones, pero no para conseguir llegar a lo más alto hay que realizar múltiples sacrificios. «Siempre le he envidiado a Jona que siempre ha tenido la cabeza en su sitio, en cambio yo he sido más anárquico», apunta Escassi. De este modo, «Jona nunca ha sido de salir y algunas veces que nos reíamos mucho en la calle me apetecía quedarme, pero él pronto se iba a casa».

Antes de cada duelo en el que se enfrentan ambos jugadores, «siempre nos llamamos y me dice que no le dé muchos palos, mientras que yo le recuerdo que esté en el área lo más lejos posible». Bromas de amigos que intentan seguirse cada vez que pueden. El calendario no permite muchos encuentros, pero «cuando nos enfrentamos Jona siempre me hace una visita en el hotel, pero en esta ocasión va a estar complicado porque va a ser padre por segunda vez y no debe escaquearse mucho», apunta Escassi.

Una vez que pite el árbitro el comienzo del partido tanto Escassi como Jona pelearán por conseguir los tres puntos para sus respectivos equipos. Pero esa intensidad durará solo 90 minutos, pues una amistad forjada con el tiempo y numerosas experiencias quedará grabada en sus retinas.