Se asustó Busquets. Se asustó Luis Enrique. Se asustó el equipo. Y hasta Ricard Pruna, el médico, iba más que inquieto cuando corría por el césped para ver ese maltrecho tobillo derecho. Busi se retorcía de dolor en Ipurua, temiéndose lo peor. Cuando Pruna llegó y tocó ese tobillo, pidió inmediatamente el cambio, al igual que todos los compañeros del medio centro que descubrió Guardiola hace casi nueve años y que sigue ahí, en el cruce de caminos, convertido no solo en uno de los capitanes sino en pilar del Barça. Gonzalo Escalante, el recio argentino que luego tuvo el premio de llevarse la camiseta de Messi a su casa, impactó con dureza y Busquets se quebró. Pero, al final, es un problema menor.

Ya en el vestuario de Ipurua, Pruna tranquilizó a Luis Enrique, convencido de que no sería tan grave como temieron. De vuelta a Barcelona, con Rakitic alzando la voz futbolística como la alternativa a Busquets, todos se tranquilizaron. El pilar del Barça es poco menos que indestructible. Solo puede doblarse un poco cuando dañan los ligamentos de su tobillo.

Además, es siempre el mismo tobillo: el derecho. Así ocurrió, por ejemplo, en El Madrigal hace casi dos años (marzo del 2015) cuando dejó el césped también en camilla, al igual que sucedió en Eibar. Entonces, todos se asustaron. Él, más que nadie, pero aquella sindesmosis en el tobillo derecho tan solo le hizo perderse tres encuentros, su peor racha como profesional.

Ahora, una vez realizadas diversas pruebas médicas, se ha confirmado que Busquets padece un esguince en el ligamento lateral externo del tobillo derecho. El club, sin embargo, no ha querido facilitar el tiempo que deberá estar («pendiente de la evolución», dice de forma rutinaria), de baja, aunque se situaría en torno a los 10 o 15 días.

SIEMPRE EN EL TOBILLO DERECHO

O sea, un asunto que no resulta especialmente grave para Luis Enrique, intuyendo lo que podría haber pasado cuando Escalante, tal y como ya hizo Pina, el medio centro entonces del Villarreal, castigó el pie derecho de Busquets. Curiosamente, el jugador del Eibar no vio cartulina alguna y ni tan siquiera se pitó falta en esa acción.

Con Busi camino del vestuario en la camilla, escoltado por Pruna y recibiendo la última carantoña de Rakitic, su sustituto, el Barça quedó impactado. Se notó, y mucho, en su juego, superado en ese tramo del partido por la presión del equipo de Mendilibar, poco acostumbrados como están los azulgranas a vivir sin su referencia en el centro del campo. Nadie se hace a la idea de vivir un partido sin Busquets, futbolista que trasciende en el juego y en el vestuario.

RAKITIC O ANDRÉ GOMES

No es solo cuestión de hábito o de influencia sino que Busi tan solo se ha perdido nueve encuentros por lesión desde que Guardiola lo situó en el hogar que él había ocupado años antes. Sometido como está a la presión de los rivales, expuesto a esfuerzos adicionales en su inmersión como faro del nuevo entramado táctico que proyecta el ecosistema adecuado para el tridente, él siempre está ahí. Pocos resisten como Busquets, titular en 27 de los 32 partidos de este curso.

«Me ha gustado Iván en esa posición de pivote, ha estado especialmente bien», contó Luis Enrique, ensalzando a Rakitic, que fue medio centro ante Leganés y Granada y empleó a André Gomes contra Borussia y Hércules. «Tengo muchas opciones ahí... Sergi Roberto, Iván, André, Mascherano. No me voy a quejar yo que tengo todos los cromos...». Pero ningún cromo vale tanto como el de Busi.