Sabía que era el capítulo final. El suyo y el de muchos de sus compañeros. Lo sabía él y lo sabía todo el mundo del fútbol sala desde el pasado mes de enero, cuando salió a la luz pública su acuerdo para militar desde el curso 20-21 en otro club de la máxima categoría. Luego llegó la pandemia del coronavirus, la paralización de las competiciones y un play off final montado a toda prisa y salpicado de controversia. El cambio de ciclo de Rafael García Aguilera 'Bebe' (Córdoba, 1990) ha sido convulso y extraño, pero ha terminado con una sonrisa que lo resume todo: satisfacción, alivio y felicidad. El cordobés se marcha -su destino es el Jimbee Cartagena- del Movistar Inter dejando en las vitrinas del club de Torrejón de Ardoz un nuevo título de campeón de Primera División. Ahí queda eso. Lo material y lo inmaterial: una lección de ética profesional de primer orden.

Bebe tenía contrato hasta el 30 de junio con el Inter y hasta el último día cumplió en la cancha con una entrega conmovedora. "Si hubiésemos seguido jugando estaba dispuesto, pero más allá del 30 de junio, no. Tendrían que llegar a un acuerdo los clubs, tanto Inter como Jimbee, por si me lesiono. En esa situación hay otros jugadores y se pone en riesgo nuestro futuro", aseveraba con rotundidad en jugador del Campo de la Verdad a finales de mayo, cuando aún estaba en el limbo la conclusión del campeonato. La RFEF determinó una fase final en sede única y todos se marcharon hacia Málaga, que albergó en el Palacio de Deportes Martín Carpena el play off más extraño de la historia. Sin público en las gradas, con un largo tiempo de inactividad competitiva y muchos jugadores en situación especial. Como Bebe, que se iba a marchar cuando terminase una competición que su entrenador, Tino Pérez, había calificado como "un esperpento".

Y Bebe lo volvió a hacer. Marcó en los cuartos de final contra el Jaén Paraíso Interior (3-1), en las semifinales frente al Palma Futsal (3-1) y casi lo logra en la gran final frente al sorprendente Viña Albali Valdepeñas (3-3), en la que estrelló en un balón en el poste y tuvo un mano a mano. No quedó la más mínima duda de su compromiso con la camiseta azul del Inter, donde ha permanecido tres temporadas siendo una referencia de principio a fin. Desde su estreno hasta que terminó, entre vítores y confetti, levantando un trofeo de campeón en el Martín Carpena.

Talento precoz desde el inagotable vivero del Adecor, a Rafael García le apodaban Bebé desde niño pero su ingreso en el profesionalismo le deparó un curioso episodio: en la camiseta de ElPozo Murcia serigrafiaron su nombre como Bebe, sin tilde, cuando se incorporó al afamado club pimentonero. Desde entonces, en las fichas oficiales de la Liga Nacional aparece así. El propio deportista lo cuenta como una anécdota: el acento lo pone él en la pista. Desde ya, Bebe es jugador del Jimbee Cartagena, donde estuvo cedido unos meses en su primera etapa en ElPozo. Entre 2010 y 2017 perteneció a la disciplina charcutera y desde esa fecha hasta ahora ha defendido al Inter Movistar. La élite de la élite.

Su rendimiento en la alta competición se ha trasladado a la selección española, en la que es asiduo desde sub-21. Ha sido campeón de Europa con la absoluta en 2016 y en su hoja de servicios figuran dos Ligas, dos Copas del Rey, cuatro Supercopas de España y una UEFA Futsal Cup.

Ahora busca nuevos desafíos en el Jimbee Cartagena, una potencia emergente que ha confiado en el cierre cordobés para ser uno de los líderes de la formación que entrenará el mitico Duda. Allí encontrará Bebe a unos compinches de lujo, dos paisanos: Solano, que lleva en el conjunto cartagenero desde diciembre, y Andresito, que sale de ElPozo Murcia. Habrá que seguir esta aventura de cerca. Habrá días acertados y otros en los que se torcerán las cosas, como en cualquier ámbito de la vida, pero el modo en que ha dejado su huella hasta el final en el Movistar Inter deja claro de qué tipo de pasta está hecho Bebe.