Decepción tras decepción, el camino del Barça por la Euroliga lejos del Palau asemeja a una pendiente sin fin. Frente al Panathinaikos volvió a estrellarse el equipo azulgrana en su intento de cambiar su racha negativa. Nueva derrota (71-65). La séptima consecutiva como visitante, que le aleja un poco más de su objetivo de clasificarse entre los ocho primeros, que serán los que peleen por la ‘final four’.

No hay forma de que el Barça cambie su dinámica. Ni con Faverani, ni sin él. Mentalmente es un equipo débil de carácter. Con la autoestima baja. La falta de continuidad, la irregularidad, los problemas de confianza que transmite el bloque de Bartzokas lo encadenan y le impiden levantarse en Europa, donde la exigencia es muy alta, demasiada para un bloque lejos del nivel que debería.

La historia que ha vivido el Barça en toda la Euroliga volvió a repetirse en Atenas. El equipo azulgrana fue siempre a remolque, con opciones de tomar el control, pero incapaz de dar el paso adelante. Los 21 balones perdidos son una muestra de su inconsistencia, que se agrava por la falta de un líder claro, aunque Rice (12 puntos) lo intentara, pero sin demasido acierto (8 balones perdidos).

El Panathinaikos tampoco dejó una gran actuación, pero que sí fue mucho más consistente. Anotó más triples (11) el equipo de Pascual, defendió con mucha más contundencia (a veces por encima del límite de la falta) y encontró siempre a alguien que tirara de sus compañeros, un líder emocional: Bourousis, con 14 puntos y 11 rebotes, Rivers (13) o James (10). Mucho más de lo que enseñó el Barça.