Hay dos Barças. Uno que se desmorona en la Liga: 14 puntos de 30 posibles. Y otro que domina feliz en Europa: 15 puntos de 15 posibles. Pero la caída en Cádiz configura el peor rostro para el equipo de Koeman, con la preocupación que genera el Messi más insípido que se recuerda.

Camina hacia el precipicio el Barça en la Liga, firmando unos números tan míseros que no existen precedentes en una Liga de tres puntos. Hacia el declive anda el club, sumergido en una situación dramática, donde no hay presidente ni dinero, golpeado por una crisis económica, agravada ahora por la pandemia, en plena precampaña electoral, con nueve aspirantes, dispuestos ellos a solucionar la envenenada herencia que dejó Bartomeu con un equipo derruido.

El equipo de Koeman, que se pasea feliz por Europa, se autodestruye cuando vuelve a la Liga. Ni le pasan los rivales por encima. Él mismo se derrota en una temporada donde aún tiene a Messi. Pero sufre la melancolía de Messi. Y paga caro, además, lo poco que decide Messi. No aprende el Barça. Más bien, todo lo contrario. Va de mal en peor en la Liga, donde Messi, que había tenido una semana de descanso porque no jugó en Budapest, tampoco pudo ser decisivo. Ya no está siendo lo que fue.

Menos aún en esta compleja temporada en el Barça tras proclamar, burofax incluido, su inquebrantable voluntad de irse. Pero no le dejaron. Le obligaron a quedarse, aferrado Bartomeu entonces a la literalidad del contrato. Luego, el presidente dimitió. Y el cuerpo, que no el alma, de Leo, aún continúa en el Barça.

Regalando goles, regalando puntos

La trágica caída de Cádiz agravó la crisis del Barça de Koeman, incapaz de mantener ese paso firme que demuestra en la Champions. Tiene más puntos en Europa (15 de 15 posibles) que en la Liga (14 de 30). No existe explicación a tanta diferencia. Es un solo Barça. Pero, en realidad, son dos Barças. Sin un hilo racional que sostenga esas dos versiones tan radicalmente distintas.

Ha encajado ya cuatro derrotas en el campeonato doméstico, todas marcadas por el mismo patrón: errores defensivos imperdonables. Del penalti de Frenkie de Jong en Getafe (1-0) al saque de banda horroroso iniciado por Jordi Alba, que retrató la inseguridad de Lenglet y castigó al tímido Ter Stegen en Cádiz (2-1) sin olvidar el lío de pies que se hicieron Piqué y Neto en Mendizorroza contra el Alavés (1-1), que le costó el triunfo. O la derrota en el Camp Nou ante el Real Madrid (1-3) con otro penalti del defensa francés sobre Ramos y el chasco del Metropolitano frente al Atlético (1-0) con la pifia colectiva entre Piqué y el desconocido meta alemán.

Defiende de pena el Barça y Messi no ha marcado ni un solo gol fuera del Camp Nou en la Liga. En Europa, solo firmó un tanto. Y fue de penalti, ya en el tiempo añadido ante la Juventus. No jugó ni en Kiev ni tampoco en Budapest porque Koeman lo ha ido dosificando para tenerlo en mejores condiciones en la Liga. Son ya 450 minutos (Celta, Getafe, Alavés, Atlético y Cádiz) sin meter un gol lejos del estadio azulgrana. Pero a Messi se le sigue viendo que no es Messi.

Leo, 450 minutos sin marcar fuera

El capitán azulgrana no ha marcado ni un solo gol fuera del Camp Nou en la Liga. En Europa, solo lleva uno. Y fue de penalti, ya en el tiempo añadido ante la Juventus. No jugó ni en Kiev ni tampoco en Budapest porque Koeman lo ha ido dosificando para tenerlo en mejores condiciones en la Liga. En casa, ha ido mejor. Fuera, en cambio, no. Son ya 450 minutos (Celta, Getafe, Alavés, Atlético y Cádiz) sin meter un gol lejos del estadio azulgrana.

Aunque el único problema del Barça no es solo Leo. Ni mucho menos. El Barça se derrite defensivamente con tal facilidad que regala goles que figurarán en el catálogo de horrores de esta Liga.

Goles que cuestan puntos, goles que minimizan la confianza de un grupo en proceso de transición y goles, sobre todo, que le alejan del Atlético, un equipo que solo ha recibido dos tantos en 10 jornadas. El Barça ya lleva 11. Hay multitud de problemas que erosionan al conjunto de Koeman, quien abandonó el clásico 4-3-3 para dar cabida al 4-2-3-1. Un cambio de sistema que tampoco funciona en la Liga, donde hasta la fiabilidad de Ter Stegen está ahora bajo sospecha. Del portero (Marc) a la estrella (Leo) todo se discute.

La novena lesión de Dembelé

No conecta como debiera tampoco la pareja de medio centros integrada por Busquets y De Jong. Llevan más de un año de convivencia y no se atisban signos de mejoría. Da la sensación de que están peleados, futbolísticamente hablando. Y las estrellas que deberían hacerle la vida más fácil a Messi no están con la regularidad que se les espera. Y se necesita. Griezmann va y viene. Coutinho, igual. Dembélé, más de lo mismo. Además, se lesionó en Cádiz. Es la novena lesión muscular que ha sufrido desde que llegó en el 2017 para suplir, sin éxito alguno, a Neymar.

Luego, hay una pandilla de jóvenes, una vez lesionado Ansu Fati, no pueden ni deben asumir la responsabilidad de liderar al Barça. Aunque después en el campo sí lo hagan, como fue el caso de Dest, el mejor defensa en Cádiz, o el único que no cometió un error grosero en el Carranza más allá de ceder un córner innecesario que fue el origen del 1-0 en el que intervino de manera desafortunada Mingueza.

Un equipo sin defensa

La aparición de Pedri aportó algo más de luz en la segunda mitad a un equipo que puede prescindir, y con razón, de Coutinho en el descanso porque no había aportado nada en los primeros 45 minutos. Se asume ya con naturalidad que el fichaje más caro de la historia del club (140 millones de euros más 20 en variables) abandone el campo en una situación delicada porque no da recursos al equipo.

A Koeman, por lo tanto, le toca ahora intervenir para reanimar a un Barça que se va consumiendo en la Liga. No le gustó lo que vio en la primera mitad, entre otras razones porque no se hizo lo que había dicho. "No hemos cumplido lo que hemos dicho antes del partido", admitió el técnico tras la derrota, mientras buscaba sin éxito una razón para ese segundo tanto encajado.

"No tengo explicación, no se puede encajar un gol así y llevamos bastantes. Falta agresividad en defender, en los duelos uno contra uno", aseguró Koeman, asumiendo, al mismo tiempo, que es el máximo responsable de todo lo que le sucede a su equipo.

¿Qué le sucede? Que no tiene defensa. Que carece de alma. Que por no tener no tiene ni rebeldía alguna para superar los errores que le hacen derrotarse a sí mismo. A inicios de diciembre, con menos de un tercio de Liga, el Barça se está desangrando, dirigiéndose peligrosamente al precipicio.

A Koeman le toca acometer una terapia de urgencia para evitar tan terrible caída del equipo.