Hubo diferentes aspectos que llamaron la atención el pasado sábado en el estreno liguero del Córdoba ante el Cádiz en El Arcángel. Pero por ser precisamente un debut, parece prudente quedarse con un par de conceptos y esperar nuevas puestas en escena de este conjunto blanquiverde de la 2017/18.

Hay uno en el que es obligado detenerse. Sobre todo porque ha sido una de las banderas del verano y también de las insistencias de Carrión. Ante equipos de menor entidad, como el Linares, Écija o At. Sanluqueño, se pudo ver en fases verdaderamente largas del encuentro la presión que ejercía el Córdoba en campo contrario para recuperar la posesión. Tras pérdida, recuperación lo más inmediata posible, nada de recular. Esa parecía la máxima. También se le vio en la primera parte ante el Almería y de una manera mucho más irregular ante el Betis.

Ante el Cádiz fue una de las cosas que más se echó de menos, entre otras cosas porque el juego de los gaditanos, en sí, intenta evitar precisamente la pérdida en campo propio, en las cercanías de Cifuentes. El Córdoba recuperó 59 balones en los 90 minutos (sin contar los que se recuperaron por disparos del Cádiz o porque éste saliera del campo). De esos 59, sólo 10 lo hizo en el último tercio de campo, el más cercano al portero rival, mientras que en los casi 70 metros de detrás recuperó el resto: un 43% en las inmediaciones de Stefanovic y otro 41% en la línea divisoria del campo y metros adyacentes. Así, los de Carrión se encontraron un rival ordenado y colocado atrás, que recuperó el 63% de los balones en las inmediaciones de Cifu, el 31% en el tercio central del campo y sólo un 6,5% en las cercanías de Stefanovic. Ante un rival estático y ordenado defensivamente este Córdoba sufrió para conectar sus distintas líneas.

De los 159 pases que sumaron Javi Lara, Edu Ramos y Aguza, 84 (53%) fueron a compañeros de la defensa y al portero, mientras que los números de los extremos no fueron mucho mejores para el juego de construcción en ataque: Jaime Romero dio sólo nueve pases, de los que seis fueron a sus defensas, mientras que Alfaro lo intentó algo más: de 12 pases, tres fueron a sus defensas. Lo más revelador es que el zurdo recibió 15 balones de sus zagueros de un total de 22, mientras que el onubense recibió 14 balones, 10 de ellos de sus defensas. La conexión Ramos, Aguza y sobre todo Lara con sus extremos no fue la más fluida y el Córdoba sufrió bajas presiones.