Los algo más de 11.000 fieles que acudieron ayer por la noche a El Arcángel, a pesar del horario tan tardío y de ser hoy laborable, trataron de poner su granito de arena.

Es cierto que un ambiente enfervorecido puede levantar un mal resultado, pero para eso también hace falta que los once de abajo pongan de su parte. Lo intentó la afición blanquiverde, animando en cuanto el Córdoba daba tres pases seguidos, y cantando en los momentos en los que el equipo parecía reaccionar, como tras el tanto del empate de Jona.

Pero con el 1-2 de Borja Iglesias los ánimos se caldearon. No fue un ambiente de ira ni de furia contra la plantilla ni contra la directiva, sino más bien una sensación de hartazgo, un «¡ah!» continuo, el rebote por el centro que no llega al delantero, por el pase fallado, por el atacante rival que se va al córner a perder preciosos segundos, por el serbio Jovanovic fallando el mano a mano que podría haber puesto el 2-2.

Se va el cordobesista con la amarga sensación de una nueva derrota (ya van dos) en casa. «Carpetazo al Córdoba, que hoy es lunes y toca currar, ya habrá tiempo de volver a preocuparse cuando se acerque el fin de semana, que no tengo el corazón para más disgustos».