Paco Regalón, de Algallarín, decidió hace tres meses dar un paso atrás para coger impulso. Tras haber pasado por las canteras del Córdoba y del Atlético de Madrid, se marchó en 2012 al Numancia, club en el que se asentó en Segunda y llegó a liderar como capitán. El pasado mes de marzo, cumplidos ya los 30 años, rescindió con los numantinos y se marchó a la Cultural Leonesa, un histórico venido a menos que el pasado domingo logró ascender, tras 42 años mendigando por campos de Segunda B y Tercera.

Más de 5.000 leoneses arroparon a sus jugadores en el play-off de ascenso de campeones ante el Barça B, al que vencieron tanto en la ida (2-0) como en la vuelta (2-1). Y ahora Regalón vuelve a Segunda por la puerta grande, con la posibilidad de vencer al otro ascendido, el Lorca, en la eliminatoria de campeón absoluto de Segunda B (se decidirá el 4 de junio).

Así, Regalón se ha convertido en solo tres meses en pieza clave del club leonés, cuyo éxito sin embargo tiene, en cierto modo, truco. Y es que en 2015 la Aspire Academy, una entidad deportiva vinculada al gobierno de Catar, compró a la Cultural con el objetivo de ascender y a la vez de formar jugadores cataríes de cara al Mundial que se disputará en su país en 2022. Regalón atendió ayer a este periódico para explicar el proyecto catarí-leonés. El cordobés no estaba teniendo «los minutos que me gustaría» en Numancia, así que le llegó la oferta de la Cultural, «donde iban primeros y con un gran proyecto, y la verdad es que no me lo pensé».

Cuestionado sobre lo sorprendente que parece a priori la inversión catarí en un equipo de la Segunda B, Regalón explica: «Es un gran proyecto en el que quieren hacer las cosas muy bien, es pronto para decir cuál es el objetivo próximo, pero seguro que será ambicioso». Si el Córdoba hace los deberes, volverá a El Arcángel como jugador de la Leonesa: «Tengo muchas ganas, jugar allí siempre es especial». Y no descarta regresar como blanquiverde: «Me gustaría jugar algún año en el Córdoba». Aunque de momento sus cinco sentidos están puestos en la Cultural, un histórico que vuelve al fútbol profesional con capital catarí, y con la ayuda de un cordobés que vive allí su segunda juventud.