"¡Aficionado, tú también formas parte del equipo azul!". Así jaleaba a la grada la megafonía de Linarejos el 18 de noviembre de 1973. Llegaba el Córdoba CF por primera vez en la historia al estadio linarense acompañado de un millar de cordobesistas y con una racha notable. Había marcado en todos los partidos de Liga y era uno de los cuatro equipos del fútbol español, entre Primera y Segunda, que había ganado todos sus partidos en casa, cuando El Arcángel era un fortín. García Verdugo, entrenador de los blanquiverdes, había introducido en la expedición al entonces juvenil Urbano, también a Manolín Cuesta, Onega o Salas, así como a un tal Josele.

Nadie sabía el día anterior quién era ese tal Josele que se comunicó a la prensa, pero obviamente se supo la verdad. Se trataba del portero del Córdoba CF, Navarro, que realizaba el servicio militar y por aquellas cosas de evitar la oficialidad, o intentarlo, se le cambió el nombre por si colaba. En cualquier caso, Navarro no solo viajó, sino que salió en el once titular del Córdoba CF en aquella primera visita a Linarejos.

En el Linares CF militaba el exblanquiverde Rafael Alcaide Crespín «Crispi», que en su última temporada como blanquiverde fue uno de los protagonistas del penúltimo ascenso a Primera División del Córdoba CF. No pudo disfrutar de la máxima categoría en El Arcángel y se marchó al Oviedo, también para ascender a Primera, e igualmente sin poder saborearla, por lo que se marchó primero a la Cultural Leonesa y, posteriormente, al Linares, en donde solo anotó dos goles, pero ambos, ciertamente significativos. Uno, en el Sánchez Pizjuán, al Sevilla de Biri Biri, Acosta, Espárrago o Julián Rubio, entre otros, y el otro, el primero de esos dos tantos en toda la Liga fue, precisamente, al Córdoba CF.

Con Tolo Plaza

Salas derribó en el minuto 30 al azulón Plaza dentro del área en una acción que incluso la prensa cordobesa de la época reconoció como clara, por lo que el colegiado decretó el clamoroso penalti. Crispi cogió el balón, dispuesto a firmar su primer gol en Segunda División con el Linares, y disparó a la izquierda de Navarro, tan ajustado, que el balón llegó a tocar el poste. Pero el joven portero blanquiverde, pese a adivinar las intenciones del rubio cordobés, no consiguió evitar el tanto local, que finalmente supuso la derrota del Córdoba CF.

Torres, a la derecha, pugna con el cordobesista Salas en noviembre del 73, en Linarejos.

En aquel Linares también militaba Tolo Plaza, que luego sería entrenador del Córdoba CF, entre otros, y Enrique García Torres, compañeros ambos en la delantera de Crispi, aunque Torres tuvo que ser sustituido en aquel estreno del Córdoba CF en Linarejos poco antes del descanso por una lesión que arrastraba ya de jornadas anteriores. Torres, su nombre de guerra futbolístico, generó estirpe futbolística: tuvo un hermano menor que también jugó en el Linares CF, así como un hijo que se dedicó al mundo del fútbol, Antonio García Muñoz, heredando el sobrenombre paterno, Torres. Actualmente dirige al Torreperogil, al que ascendió hace dos temporadas a Tercera División y con el que se mantiene en la zona noble de la tabla en el Subgrupo 9-A, en el que empató en la última jornada con el Atlético Porcuna, entrenado por su excompañero en el Real Jaén, Rafa Navarro.

4 minutos en la gloria

Torres hijo llegó a debutar en Primera División. Tras militar en el Jaén y en el Granada (con el que ganó en El Arcángel por 0-3 y en el que anotó uno de los tantos), el Zaragoza se fijó en él para su filial. Hace unos días se cumplió el 23 aniversario del acontecimiento. El conjunto maño lo dirigía un exblanquiverde, Luis Costa, y en la delantera militaba Yordi, que anotó uno de los tres goles con los que el Zaragoza se impuso en El Molinón al Sporting. Torres saltó en el minuto 86, cuatro minutos más el descuento que para un trabajador del fútbol como él son oro puro.

«Fíjate, mi padre debutó con el Sevilla, precisamente en El Molinón, que es el campo en el que tuve yo esos cuatro minutos», recuerda ahora Torres hijo. Fueron los inicios de una carrera que también tuvo en su recta final momentos que fueron hitos. Torres militó en un Écija en el que compartió vestuario con David Pérez Arteaga, Alfonso Espejo, Nolito, José Vega, Jorge García, Manuel Sánchez, Javi Lara, Requena y Pepe Díaz, que una temporada después se quedó a las puertas de Segunda, cerradas por un Huesca al que defenestró en la temporada anterior el equipo de Escalante.

Torres celebra su gol con el Granada de Lucas Alcaraz, en El Arcángel. | F, GONZÁLEZ

El Córdoba CF, de una manera u otra, siempre aparece en la familia Torres. Además de ese cruce del padre, el hijo tuvo compañeros cordobeses y cordobesistas en sus equipos. Y hasta entrenadores. Con el Granada ganó 0-3 en El Arcángel «con un gol mío y dando las asistencias de los otros dos», recuerda, cuando a los nazaríes los entrenaba Lucas Alcaraz. Un partido con susto, ya que Salvi, compañero de Torres, «recibió un trompazo y se tragó la lengua, y gracias a que el médico del Córdoba, Pepe Anguita, anduvo rápido, se salvó», recuerda Torres, que también militó como su padre y su tío en el Linares, aunque «cuando desapareció, en mis comienzos, tenía yo 16 años apenas y jugué desde Primera Provincial hasta Tercera».

Luego voló hasta llegar a debutar en Primera y después iniciar su carrera como entrenador. Con un hobby no tan oculto, que se ha convertido en profesión compartida y en la que no descarta dedicarse exclusivamente, abandonando el fútbol: «Sí, sí, soy mago. Tengo un espectáculo que se llama ‘Sueños’ y lo cierto es que lo estoy meditando, pero ahora está la cosa como está, con la pandemia, y lo he parado un momento», explica Torres, que regresa a Linares con la mente. «Me crié en un bloque pegado a Linarejos. Mi abuelo era el cuidador del césped del estadio y cuando se jubiló fue mi tío el que le cogió el testigo, así que imagínate lo que es Linarejos y el Linares para mí», admite Torres, que sospecha que en aquel partido contra el Córdoba CF, cuando su padre se retiró anticipadamente del terreno de juego, pudo ser «por una lesión que tuvo en el hombro, grave, que le fastidió bastante tiempo, además». «Merendaba todas las tardes en Linarejos, pero de chico solo veía los partidos de mi padre los últimos minutos, cuando abrían las puertas, porque lo pasaba regular», reconoce, y amplía que «luego ya, más mayor, sí que veía los partidos enteros».

Aquel estreno del Córdoba CF en Linarejos no pudo verlo, porque nació apenas seis meses después de aquel 1-0 del Linares al Córdoba CF con gol de Crispi, al que el maestro Enrique Ortiz "Zitro", vista la moda de los equipos de entonces y la melena rubia del delantero exblanquiverde, bautizó en su crónica como «el argentino del Linares». Un argentino nacido en Sevilla, de sentimiento cordobés, criado en el Sector Sur y que es un nombre de referencia en la historia del Córdoba CF.

La animosa megafonía de Linarejos, aquel día de noviembre del 73, cantó los resultados de la jornada en Segunda, una acción habitual entonces en todos los campos, finalizando con un «Linares, uno, Córdoba, rosco». El Córdoba CF intentará dejar la anécdota y el resultado en simple historia.

Torres, en uno de sus espectáculos de magia.