Cuando en la rueda de prensa previa al partido de Liga de Campeones frente al Inter de Milán se le preguntó a Ernesto Valverde, técnico del Barça, en qué posición rinde más Antoine Griezmann, hizo un gesto de aburrimiento y contestó: «De delantero». Pocos minutos antes se le había planteado la misma cuestión al futbolista francés y su primera reacción, antes de refugiarse en la previsible sosería del yo-estoy-aquí-para-ayudar-al-equipo, fue exclamar: «¡Buena pregunta!». Griezmann, y eso es algo que él se esfuerza cada vez menos en ocultar, se siente incómodo en el sistema del FC Barcelona, un dibujo en el que el excolchonero, desplazado a la banda izquierda para no interferir en los espacios en los que se mueven Leo Messi y Luis Suárez, no encuentra la manera de conectarse al juego.

Lejos de ir menguando, las señales de esa desconexión son cada vez más alarmantes. En el encuentro del pasado miércoles, el francés fue sustituido en el minuto 65. Hasta entonces, solo había sido capaz de completar dos pases a Messi y otros dos a Luis Suárez, lo que revela una capacidad de asociación en las zonas calientes del campo del todo insuficiente (por poner los números en perspectiva: en ese mismo periodo, Messi, que no estuvo demasiado participativo para lo que en él es habitual, conectó ocho veces con Suárez y tres con el propio Griezmann).

No fue ese su único problema. La inclinación natural del futbolista francés a moverse hacia el centro, donde ya operaban el 9 y el 10, resultó especialmente frustrante ante un equipo como el Inter de Antonio Conte, que defiende con tres centrales. La aparición de Dembélé, un jugador que a pesar de sus lagunas tácticas y su precario estado de forma está mucho más dotado para abrir el campo y encarar a los defensas, fue providencial para el Barcelona, porque obligó a los nerazurri a replegarse en su área y atrajo la atención de los zagueros, liberando de vigilancia a sus dos compañeros de ataque y aumentando los espacios en ataque.

UN DEBATE ABIERTO

Nadie dentro del club cuestiona a estas alturas la calidad de un delantero por el que se pagaron en verano 120 millones de euros, pero sí empiezan a verbalizarse las dudas sobre el encaje del perfil futbolístico de Griezmann en el ecosistema azulgrana. Nadie quiere un nuevo caso Coutinho. Hasta ahora, las ausencias por lesión de Messi, Suárez y Dembélé le han garantizado al Principito una plaza fija en el once y, de hecho, su actuación más destacada se produjo el día en el que las bajas del rosarino y del uruguayo le permitieron campar a sus anchas por todo el frente de ataque (el 25 de agosto, contra el Real Betis, en la noche del confeti). Pero la sustitución del otro día y el efecto positivo que tuvo sobre el equipo alimentan un debate que amenaza con ir a más en las próximas semanas.

Con Dembélé recuperado (al menos, hasta la próxima lesión muscular) y el sorprendente Ansu Fati de vuelta a los entrenamientos tras sus molestias en el tendón rotuliano, Valverde cuenta con cinco jugadores (seis, contando a Carles Pérez) para los tres puestos de la vanguardia. Tras el parón de selecciones de la próxima semana, el calendario se pone exigente y el tiempo de adaptación se agota. El Barça sigue esperando a Griezmann pero el Txingurri hará bien en empezar a barajar alternativas.