El Córdoba amarró un empate en el tiempo de descuento ante el Tenerife, el pasado sábado. Este podría ser el extracto informativo, pero dejaría sin analizar cada uno de los aspectos que influyeron en esa igualada, especialmente el hecho de que el Tenerife jugase con un futbolista menos durante los últimos 30 minutos del partido.

Sandoval insistió con el 4-1-4-1, aunque la plantilla del Córdoba fuese diseñada en verano para jugar con tres centrales y dos carrileros. De hecho, en banda izquierda el de Humanes cuenta con Javi Galán o Quezada, de clara vocación ofensiva e ideales para jugar con el 3-5-2 que Sandoval ensayó al inicio de la temporada.

A pesar de ello, el Córdoba dio visos de empezar a encauzarse, de encontrar una solución táctica. Además, algunos jugadores, véase el caso de Jaime Romero -pese a fallar el penalti-, dieron un pasito adelante en busca de la titularidad, lo que facilita las cosas al técnico del Córdoba para tratar de mantener una misma idea de juego. Porque es este, precisamente, el gran problema de este Córdoba. Obviamente los resultados no acompañan, pero aunque lo hicieran el equipo seguiría adoleciendo de un factor esencial en cualquier equipo de fútbol que se precie: una idea definida y clara sobre la que construir.

¿A qué juega el Córdoba de Sandoval? La mayoría de los lectores no sabrían responder de forma evidente a esta pregunta, y ello tras seis jornadas de Liga y un partido de Copa del Rey. Ante el Tenerife vimos dos imágenes del equipo blanquiverde: una con igualdad numérica en el campo y otra tras la expulsión del visitante Luis Pérez. En la primera parte ni unos ni otros quisieron arriesgar. El Arcángel asistió a un ejemplo de lo que ocurre cuando dos conjuntos empiezan mal la temporada y se ven en los puestos de descenso. Y en especial, cuando en el visitante debuta en el banquillo un nuevo entrenador, el conocido por los cordobesistas José Luis Oltra.

La primera parte fue aburrida, con mucho juego horizontal, pases allí donde no hay riesgo de perder la pelota y poca capacidad de generar juego ofensivo. Ambos equipos querían llegar vivos al descanso, no encajar gol y resolver el partido en la segunda parte. Pero al Córdoba se le complicó el partido con la falta anotada por Naranjo, en la que los jugadores de campo no hicieron caso a las indicaciones del joven Alberto -el portero del filial cuajó un partido notable en un debut muy difícil-. El chaval pidió cuatro jugadores en barrera, solo se pusieron tres y por ese hueco pasó la pelota, se desvió en el cuerpo de Álvaro Aguado y entró por la escuadra.

Cuando muchos se temían lo peor, en un descanso en el que el negativismo se mezclaba con los bocadillos de tortilla patatas en la grada, llegó la solución. Esta no vino por la entrada de Jovanovic al campo, sino por la doble amarilla vista por Luis Pérez en el minuto 60. El Córdoba disponía de 30 minutos para darle la vuelta al partido y sumar su primera victoria liguera de la temporada. Pero aquí entramos en el meollo del asunto. Sandoval optó por acumular gente arriba -Piovaccari, Alfaro, Jaime Romero-, dejando a Blati y a Aguado como encargados de tratar de romper la maraña defensiva del Tenerife. Como ambos equipos acumularon a sus jugadores en el borde del área visitante, la misión fue imposible.

La solución de Sandoval fue encargar a los laterales que subiesen por su costado y lanzasen centros al área. Muchos se acordaron de Erik Expósito, cuya principal virtud es el remate dentro del área pero que veía el partido desde la grada. En un balón dividido llegó el gol -mejor dicho, golazo- de Aguado, que empaló desde la frontal. Antes, un par de balones perdidos por Bambock casi provocan el segundo tanto tinerfeño, aunque Acosta definió mal en sendos contragolpes.

El Córdoba amarró un punto que no sirve para salir del descenso. Es más, el equipo duerme esta semana como colista. Pero, ya sea de forma planeada o con algo de fortuna, Sandoval ha encontrado algunas piezas con las que construir su edificio. Este Córdoba debe contar con un Jaime Romero implicado -labor del míster es tenerle enchufado- porque su calidad es innegable y diferencial. Y con un Aguado que tenga la bola y capacidad de encontrarse con los atacantes. Si se persiste en el 4-1-4-1 hay que encontrar soluciones defensivas por el costado izquierdo, sea con ayudas desde el pivote o con un extremo zurdo que se arme de trabajo en defensa, apoyando al lateral. El equipo tiene soluciones, algunas luces verdes se han encendido. Dotar a un once base de un estilo definido es capital para que estos pequeños brotes verdes se conviertan en la base sobre la que crecer. Y ganar. Porque sin ganar partidos no se sale del hoyo.