Los hay que a eso le llaman la suerte de los campeones. Otros le denominarían, simplemente, protagonizar una mamolada, en recuerdo de la tremenda (y larga) pirueta que el popularísimo piloto norteamericano Randy Mamola, protagonizó, en 1985, con su Honda en el trazado de San Marino donde, tras ser descabalgado, controló su moto agarrándose al manillar y arrastrando los pies, paralelamente a su moto, por la pista. Y los hay que, a partir de ahora, dirán que nada como la salvada, no de Marc Márquez, no, que las ha hecho y hace históricas, sino de su hermano Àlex, que hoy, bajo el aguacero que está cayendo en Motegi (Japón), ha hecho el milagro de no caerse y frenar su moto, sí, también con los pies. Bueno, el hermanísimo, lider de Moto2 y aspirante a conquistar un día de estos su segundo título mundial, asegura que me cogió la Virgen con pinzas.

Y, mientras hace ese comentario en su oficina del trazado japonés, su hermano Marc le mirá y dice orgulloso estas fuerte, tío, estás muy fuerte!, orgulloso de la preparación física que les dirige el bueno y sencillo de Genis Cuadrós. Y es que lo cierto es que hay que estar como un toro para que la moto te escupa por arriba, tú vueles por encima del sillín, hagas una pirueta, paralelo al depósito, aterrices con ambos pies en el suelo por el lado izquierdo de la moto, te agarres a los manillares con fuerza y, mientras arrastras las botas por la pista habrá que cambiarlas, ir frenando, poco a poco, con el freno delantero y, al final, detener justo la moto ante el muro de su equipo, el Estrella Galicia 0,0, donde sus mecánicos se estaban partiendo el pecho de risa.

Es más, cuando ha salido pitando para seguir, como si nada, el entrenamiento, nos ha levantado la mano izquierdo como diciendo uf!, de la que nos hemos salvado. Y, sí, nos hemos salvado de una buena, sobre todo él, que se hubiese podido hacer daño en el momento clave de la temporada, reconoce su mecánico de confianza y amigo Guille Carrillo, el mismo que se vistió de anfitrión, con smoking, en la celebración billarista de Marc en Burriam (Tailandia). La verdad es que Àlex ha demostrado, además de una fuerza tremenda, una habilidad y pericia total, pues, no solo salvó la caída, sino que se mantuvo en pie un buen rato, arrastrando los pies por la pista. No, no, lo que ha hecho no es nada fácil por más que se reía como loco bajo el casco.

Àlex reconoció, claro, por supuesto, que se vio en el suelo muy rápidamente. Ya está, me caigo, reconoce que exclamó hacia adentro. Luego, contó, cuando abrí los ojos, señal inequívoca de que el susto fue tremendo, vi que me mantenía en pie, al lado de la moto y agarrado a los manillares, así que hice lo posible y lo imposible para que la Virgen no me saltase y yo fuese capaz de parar la moto. Y así lo hizo después, por supuesto, de sortear un par de pilotos, que, en esos momentos, estaban pasando por la recta de meta a más de 200 kilómetros por hora.