El Córdoba anunció ayer de manera oficial la rescisión del delantero hispano-hondureño Jona Mejía, que tenía contrato en vigor con la entidad blanquiverde hasta junio del 2020. En un acuerdo entre el Lugo, el Hércules de Alicante, el propio Córdoba y el nuevo representante del jugador, Pedro Bravo, Jona renunció a la última temporada que tenía de contrato con el club blanquiverde, por la que este debía de abonarle 390.000 euros. La operación para su desvinculación se convirtió en un acuerdo en el que todas las partes salían beneficiadas. El jugador tenía un acuerdo cerrado con el Hércules de Alicante, que pelea actualmente en el Grupo III de Segunda B por meterse en las eliminatorias de ascenso a Segunda División.

El Lugo, por su parte, había cortado la cesión del delantero por parte de la entidad blanquiverde que, a su vez, tampoco tenía interés en que Jona regresara a la disciplina del equipo. Por lo tanto, el acuerdo para el club evita una parte de la ruinosa operación en la que se convirtió la llegada del hispano-hondureño a El Arcángel. El Córdoba abonó al Albacete una cantidad superior a los 300.000 euros por su fichaje, mientras que el futbolista firmaba por tres temporadas, ingresando la última, la 2019/20, esos casi 400.000 euros, cuando en el club manchego su ficha rondaba los 200.000 euros.

Esa rescisión también tendrá un efecto beneficioso en las cuentas, presentadas hace apenas una semana a los accionistas. Ese millón de beneficio previsto en la temporada 2019/20, siempre que se obtengan unos ingresos por fichajes de cinco millones de euros, tendrá una «pequeña ayuda» con esos casi 400.000 euros que rebajará la entidad blanquiverde de masa salarial de la primera plantilla deportiva. Una operación para no olvidar.