El Córdoba CF es un equipo de autor múltiple. Si demasiados cocineros estropean una sopa, un ejército de directivos puede convertir a un club en una entidad mutante, sin estilo ni identidad definidos. Eso al cordobesismo le da ahora casi lo mismo. Están en Segunda B, acaban de perder dos veces seguidas en El Arcángel y las cuentas para el play off no tienen buena pinta. Matemáticamente está al alcance -no vale ya la pena torturarse con los puntos que se perdieron- y futbolísticamente la cosa se ve peor. El Córdoba no ha sido capaz de dejar ningún partido memorable este curso. Ni siquiera recordable. El día del Badajoz estuvo serio. Y en los diez primeros minutos ante el Yeclano, el día en que debutó Piovaccari, parecía el Bayern de Múnich. Pero todo se torció de mala manera: el italiano no ha metido ni uno y los resultados -el único sostén para Agné y, en general, para cualquiera en su puesto- activaron el resorte más antiguo en la ley del fútbol. "Me voy con la sensación de haber estado haciendo el trabajo para otro", dijo el entrenador aragonés en su despedida. Duró 19 partidos en el cargo. ¿Poco tiempo? Pues fue bastante más que los seis anteriores inquilinos de uno de los banquillos más inestables en el mapa del fútbol español. El "otro", por cierto, es Juan Sabas. Que viene a lo que vienen todos al Córdoba en Segunda B. A meterlo en las eliminatorias y a subir. Cualquier otro planteamiento no tiene cabida.

Se busca un revulsivo, un electroshock, un zarandeo para un grupo remolón y adormilado, que no tiene problemas de actitud -eso dijo hasta el último día Agné- pero que se viene comportando de un modo extraño, como si no pasara nada. Cuando tuvo que homologar su candidatura al ascenso no fue capaz de estar a la altura de las circunstancias. Sabas confesó públicamente, tras conocer a la plantilla, que no había detectado unos niveles precisamente altos de entusiasmo. El nuevo entrenador -el tercero del curso, después del carismático Enrique Martín Monreal y el honesto Raúl Agné, que aceptó un reto ante el que otros huyeron- tiene por delante diez partidos para reconducir una trayectoria más bien turbia, como una pretemporada que nunca termina para un Córdoba siempre en obras. La crisis de coronavirus le dejará sin competir durante dos jornadas, así que el que fuera extremo del Rayo, Atlético y Betis podrá apretar tornillos en una formación que renquea en una fase crucial de la temporada.

Desde la caída de Primera División, solo Oltra ha estado una campaña completa en el Córdoba. El equipo cayó eliminado por el Girona en la prórroga de la semifinal por el ascenso en la 15-16. Y a aquello lo llamaron fracaso. Qué tiempos. Desde entonces, diez entrenadores en poco más de tres años y un descenso a Segunda B.

La primera crisis deportiva de la era Infinity ha deparado el fichaje de Sabas, quien recordó en su primer día el ascenso que logró con el Extremadura de Willy y Valverde, con los que se reencuentra ahora en El Arcángel. A ver qué sale de todo esto. El Córdoba se está jugando bastante más que un ascenso. Pero de eso hablamos otro día.