José Ramón Sandoval planteó ante el Oviedo una idea de partido que se desbarató a los seis minutos de empezar, cuando un eléctrico Saúl Berjón hizo trizas la defensa cordobesista y marcó el primer gol de los carbayones. Berjón tendría tiempo de marcar su segundo tanto y de ayudar a que Bárcenas hiciera lo propio, en un carrusel de desajustes y fallos en defensa. Una derrota tan abultada en casa, por dos goles a cuatro, sumada a los tres tantos recibidos la pasada semana ante el Numancia -el Córdoba es el equipo más goleado de Segunda-, invita a reflexionar más en profundidad sobre los problemas tácticos a nivel defensivo de este Córdoba y sobre la forma en la que el de Humanes puede corregirlos.

El plan salió mal

Obviamente Sandoval se encontró con una situación delicada este verano, teniendo que suplir en mitad de la pretemporada a Francisco. El técnico del Córdoba no ha tenido el tiempo del que sí dispusieron otros entrenadores, sin ir más lejos Anquela, para preparar a su plantilla. Por ello ha tratado en los dos primeros partidos de Liga de tirar de lo que ya tenía avanzado en el tercio final de la pasada temporada. Un sistema de tres centrales que acabaron muy bien el curso, y que fueron claves para la permanencia. Dos carrileros con amplitud, despliegue y capacidad de recorrer muchos metros por sus bandas. Tres mediocentros que combinan distintas facetas. Un mediapunta que conecta todo ese entramado con el delantero y este, que trata de aprovechar el potencial creativo de los dos volantes y del mediapunta, en el caso del sábado Alfaro, para generar peligro en la zona de la vanguardia.

A todo ello, además, el de Humanes quiso sumar la garra, el ímpetu de la remontada hasta la permanencia de la pasada temporada. Un contexto de emergencia en el que el Córdoba sacó los puntos necesarios para una salvación casi milagrosa, pero que tiene pocos visos de éxito de servir en un campeonato desde el inicio.

Búsqueda de alternativas

La idea del 5-4-1 dispuesta ante el Oviedo no es mala, pero traba con dos problemas. El primero es la ausencia de un futbolista vital en el esquema de Sandoval, Edu Ramos. Su trabajo de la pasada temporada fue silencioso pero definitivo. Era el coche escoba que robaba todo aquel fútbol rival que pasaba por las espaldas de los dos mediocentros, en el caso del pasado sábado Javi Lara y Aguado. Y eso se notó muchísimo frente a un centro del campo, el del Oviedo, perfectamente trabajado por Anquela. Tanto Lara como Aguado tienen características interesantes para la creación de juego e incluso en el último pase, pero carecen del rigor táctico y el oficio necesarios para ayudar al mediocentro defensivo cuando es el rival el que lleva la manija del partido.

La idea del Oviedo era la de taparse por el centro con tres mediocentros -Tejera, Boateng y Javi Muñoz- y dos extremos de mucho recorrido e ideales para las transiciones veloces de defensa a ataque. De este modo, tanto Saúl Berjón como Bárcenas fueron capaces de socorrer puntualmente a sus laterales y de subir al ataque con un ímpetu que jamás fue correspondido por el oficio de los cordobesistas.

No es cuestión de testosterona, sino de disposición táctica y capacidad de flexibilizar la idea inicial para adaptarla a lo que ocurre en el terreno de juego. El gol inicial de Berjón minó la moral de un Córdoba al que no solo no le funcionaba la sala de máquinas (Aguado fue una sombra de lo que estamos acostumbrados y Lara pasó desapercibido), sino que tampoco era capaz de achicar agua ante las acometidas de los asturianos.

Javi Lara y Aguado fueron superados por los tres mediocentros carbayones, dueños de la medular

No por nada Bárcenas y Berjón fueron los hombres del partido. Aprovechaban cada error en la salida del balón del Córdoba para dinamitar por las alas, cogiendo siempre adelantados a Galán y Fernández. En ese momento esperaba ya Toché, que previamente se había fajado con los tres centrales del Córdoba -algunos errores deben revisarse en vídeo para que no se repitan- y tenía ya los huecos necesarios para abrir en canal la zaga blanquiverde. Encima, llegaban de segunda línea tanto Boateng como algún lateral, lo que era definitivo dada la amplitud de las líneas del Córdoba y lo roto que pareció el equipo por momentos.

En definitiva, el Córdoba planteó un partido que se le difuminó muy pronto, no supo cambiar de paso y fue siempre por detrás en el marcador y en el nivel de juego ante un Oviedo que supo aprovechar las carencias locales para hacer mucho daño futbolístico y anímico al conjunto blanquiverde. Queda mucho por estudiar y que trabajar para que ante el Albacete no se repita la misma situación. Sandoval tiene cuatro días por delante, mimbres para cambiar muchos aspectos tácticos y, con las limitaciones de la plantilla, capacidad para darle el giro necesario al Córdoba.