Una persona, hace ya unos años, le dio un consejo a Carlos González. No porque éste lo pidiera, de todos es sabido que no los necesita, sino que se lo dio así, de gratis, que siempre gusta, sea lo que sea: «No hagas depender tu presidencia o tu etapa del resultado del equipo, de cada domingo». Es decir, que la aceptación o el apoyo que podía recibir de la masa social no viniera de triunfos o éxitos, generalmente tan esquivos, en especial a lo que viste de blanco y verde. Creo que fue un buen consejo. Si eres aceptado por otros conceptos como son la cohesión social, la aceptación de medidas en infraestructuras o la colaboración con entidades de la ciudad, lo de cada domingo se convierte en un paso más. Es decir, ser aceptado por la gestión, tanto económica como social, lo que ayudará mucho al ambiente de cada domingo y, por añadidura revertirá en el rendimiento deportivo del propio equipo. En definitiva, exactamente lo contrario de lo que ocurre ahora, que no le dejan a uno ni disfrutar de su particular Subbuteo. No es manía de la grada lo que ocurrió el pasado domingo. Es la consecuencia de años de envolverse en los éxitos, que también los hubo, aunque algunos se empeñen en olvidarlos. Pero si el éxito lo gestionó mal, González gestiona aún peor el fracaso. De lo primero ya se ha hablado y se hablará aquí mañana mismo. Y de lo segundo... En ello estamos.

Porque ahora, rodeado de olor a fracaso y con la Segunda B dando collejas, los que salen a la palestra, años después de estar prohibido por el propio club, son los futbolistas. Futbolistas que -hay que recordarlo- fueron llamados por otros, es decir, que al igual que el propio González no son unos simples ocupas. Pero los que los trajeron, empezando por el propio máximo accionista, dan la callada por respuesta. No a explicaciones, que serían obvias, sino a cualquier plan de futuro, si lo hubiera. Debería haberlo, desde luego.

Un club como el Córdoba, que en este mes de noviembre tiene firmado un ingreso de 1,75 millones de euros por el traspaso de Florin Andone y que ha ingresado 80 millones en cuatro temporadas debería tener capacidad para moverse en el mercado invernal de fichajes. Queda otro más en noviembre del próximo año. Para entendernos: en caso de descenso, al Córdoba le liquidarían el contrato de los derechos televisivos, lo que podría suponer algo más de 2,5 millones de euros y tendría otros 1,75 millones del último pago por Florin Andone. 4,25 sin hablar de abonos, publicidad, contratos de algún patrocinador, etcétera. El problema se plantea en pregunta: ¿Alguien se cree que, en caso de descenso, el Córdoba tendría un presupuesto de casi seis millones de euros?

Entre otras cosas al comprobar la «inversión» del club en otros muchos apartados, incluido el deportivo. No ha llegado al 50% de sus ingresos en esta temporada después de que en las anteriores no superara el 35% y en una fuera el que menos, con algo más de un 25%. Y entonces había un 50% más de ingresos que en esta misma campaña. Sin recordar pasajes como aquellos más de cuatro millones «en la cuenta» en enero que se quedaron en 9.000 euros en octubre son los que dejan a la masa social, a la propia ciudad, sin ningún hálito para la esperanza en el futuro. Al menos, mientras la «gestión» sea ésta. La del resultado de cada domingo para disimular en el resto de los apartados, incluido el económico. Ahora que se visita Huesca y parafraseando aquel cántico: «1,75: no los vamos a contar».