No es ésta la película de James Gray que más me interesa, aunque sí una de mis preferidas de la cartelera. Si en Two lovers se da una vuelta de tuerca al género del drama romántico y en La noche es nuestra al policíaco de mafias, aquí se introduce en el cine de aventuras, aunque no se equivoquen, pues no se trata de una más, porque va más allá mediante pinceladas tangenciales que nos introducen en otras temáticas como la bélica, el biopic, el drama familiar, lo épico… Basada en la obsesión por la búsqueda de una ciudad perdida en la selva amazónica por parte del que llegara a ser teniente coronel Percy Fawcett, que después de una expedición topográfica de la Royal Society a Bolivia quedaría fascinado por lo que vive allí, volviendo a Inglaterra convencido de la existencia de antiguas civilizaciones después de descubrir indicios de ello.

Dejando atrás su familia, intentará nuevamente dar con esa metrópolis, en un viaje dramático lleno de peligros, amenazas, desventuras y, sobre todo, chocando luego con la incomprensión de los colegas de la sociedad científica, que deja de apoyarle. Y como a la tercera, dicen, va la vencida, se vuelve a embarcar --junto a su hijo-- en un último viaje a la selva brasileña, donde podrá cumplir su sueño, aunque a costa de un sacrificio familiar. Las dos caras de la misma moneda.

Gray demuestra ser uno de los pocos herederos de los grandes maestros clásicos del cine americano, se reafirma en ello, filmando un relato con ecos del Conrad de El corazón de las tinieblas ( locura y misterio) que te lleva con un tempo casi hipnótico, ilustrado fotográficamente con excelente gusto, con una muy notable dirección de actores donde brillan por igual protagonistas (Charlie Hunnam encarna al héroe) que secundarios (Robert Pattinson y Sienna Miller en el papel de la abnegada esposa).