-Cuénteme qué se va a encontrar el público esta tarde.

-Van a ver un espectáculo para todos los públicos, yo no creo en la música elitista, solo para entendidos. En el concierto, estarán sentados en una configuración circular de los asientos que responde a la acústica del espacio. No hay escenario y las vendas, muy recomendadas, estarán ahí para los ojos, están ahí para conseguir la oscuridad total. Durará una hora y hay un sistema de sonido alrededor del público que yo uso con otros aparatos para generar una experiencia de inmersión sonora construida a partir de grabaciones, seleccionando materiales diversos.

-¿En qué momento decide lo que va a sonar en cada espacio?

-He traído muchos materiales sonoros, muchas capas y, una vez aquí, paso horas trabajando con el espacio eligiendo materiales y combinaciones. Con eso hago un preconcierto que luego utilizo en el directo. Además de pruebas de sonido, requiere un trabajo de explorar acústicamente el espacio.

-Sus composiciones suenan a partir de grabaciones hechas por todo el mundo. ¿Cómo es ese trabajo previo?

-Yo utilizo grabaciones portátiles, ahora muy accesibles para cualquiera, es mucho más barato para un sonido profesional. Trabajo mucho en la Naturaleza, he trabajado en todas las selvas del mundo, en la Sabana, tengo muchas formas de hacer eso. Hago expediciones también en ambientes industriales y urbanos. Solo hace falta creatividad, los medios tecnológicos están ahí.

-¿Cómo nació su vocación?

-A mí siempre me interesó la música pero, sobre todo, los paisajes sonoros, el sonido. Creo que tiene una presencia peculiar que crea espacios muy extraños. Si no tienes imagen, el mundo es muy diferente y para su percepción requiere el factor tiempo, de un modo distinto al arte visual. Empecé a grabar de forma intuitiva hasta que contacté con artistas de la red mundial de cultura cassette, en los años ochenta.

-¿A qué suena el C3A?

-Suena a lo que parece que va a sonar, como lo imaginaba, por las dimensiones, techos altos y los materiales reflectantes.