Relajado, con sentido del humor y una condena clara contra el consumismo o el maltrato a la naturaleza. Así ha llegado el Papa Francisco al Festival de Cannes, a través de un documental de Wim Wenders que sirve de megáfono cinematográfico a su mensaje evangélico. El Papa no acudió este domingo al estreno de la cinta en el certamen fuera de competición «porque estaba trabajando», según bromeó el delegado general del Festival, Thierry Frémaux, y tampoco la ha visto acabada, detalló ayer el director, a quien le pidió que entendiera que «ver películas no es lo suyo».

No obstante, en El papa Francisco: Un hombre de palabra, que así se titula la película, su presencia llena una cinta que le acompaña en sus viajes a favelas o a centros de detención o en sus discursos en Naciones Unidas o en el Senado estadounidense, pero que, ante todo, le escucha.