En 1978, el ya célebre creador de 'The Spirit', publicó'Contrato con Dios', en cuyas primeras páginas, el protagonista, bajo una lluvia torrencial, vuelve a su casa en el Bronx cabizbajo y devastado tras enterrar a su hija. Una escena, confesaría el dibujante mucho después (en el 2004), que exorcizaba la muerte de su propia hija y mostraba la indignación que él mismo sintió al no entender cómo Dios había permitido aquella tragedia. El resto era ficción, pero aquella historia convirtió a Will Eisner (1917-2005) en el padre de la novela gráfica y en una leyenda del cómic de cuyo nacimiento este lunes se cumple un siglo.

Porque el neoyorquino, que aquel 1978 había superado los 60 años y era un referente del medio con una carrera de éxito y reconocimiento a sus espaldas, hizo realidad, a través de 'Contrato con Dios' (que llevará al cine Barry Jenkins, director de 'Moonlight'), algo que ya le rondaba en la mente desde sus inicios (“los cómics eran el embrión de un nuevo medio artístico... la novela ilustrada”, escribía en 1941): hacer un cómic de temática adulta y pensado para ser distribuido en librerías generalistas, mano mano con las obras más literarias, algo muy distinto al popular cómic de grapa, barato y vendido en tiendas especializadas y mayoritariamente de superhéroes.

Y ya desde la portada acuñó el entonces revolucionario término de “novela gráfica”, dos palabras que pretendían sacar al cómic de los nichos de lectura para niños y jóvenes y de puro entretenimiento para prestigiarlo entre los adultos y que, como él mismo pregonó, fuera “aceptado por la crítica como un medio artístico más, como una forma de literatura popular respetable” porque “la historieta es un medio único en su género, con estructura y personalidad propias, que puede tratar cualquier tema, por intrincado que sea”.

Tras 'Contrato con Dios', Eisner publicó una veintena de novelas gráficas más, algunas reunidas en volúmenes como 'Nueva York' ('El edificio', 'Apuntes sobre la gente de ciudad', 'Gente invisible'...), ambientadas en su ciudad natal, o el autobiográfico 'La vida en viñetas' ('El soñador', 'Las reglas del juego', 'Viaje al corazón de la tormenta', 'Crepúsculo en Sunshine City'), todos en Norma, editorial que publica todos sus trabajos. Son historias ambientadas en la América urbana de principios de siglo XX hasta la segunda guerra mundial que Eisner, nacido en Brooklyn y criado en el Bronx, en el seno de una familia de inmigrantes judíos, quería que se vieran sacadas de la realidad, de su experiencia y la de otros. Relatos sobre la condición humana, con personajes humildes que intentan cambiar su destino; en opinión de Neil Gaiman, “gente lastimada y magullada que, con optimismo o desesperación, camina hacia la tumba, ya sea sola o en compañía”.

"ORGÍA DE EXPERIMENTACIÓN"

Antes de 'Contrato con Dios', con apenas 20 años, en 1937 abrió un estudio con Jerry Iger, donde trabajaron genios de los superhéroes como Bob Kane y Jack Kirby. Y, siendo uno de los pioneros en conservar los derechos de sus creaciones, en 1940 nació en la prensa dominical The Spirit, bajo cuyo antifaz y traje azul se amaga el detective privado Denny Colt, al que se da por muerto tras enfrentarse a un villano y que renace, sin superpoderes, como justiciero enmascarado que lucha contra el crimen colaborando con la policía en la ficticia Central City. Según Eisner, la serie se convirtió en “una orgía de experimentación” para lanzar todo lo que se le “pasaba por la cabeza”: nuevas técnicas narrativas, encuadres cinematográficos, claroscuros y la mezcla de género negro y humor.

Eisner, cuyo nombre llevan los considerados Oscar del cómic, que se entregan cada año en la Comic Con de San Diego, ha sido reverenciado por grandes del medio como Alan Moore -“Es el principal responsable de que el cómic tenga cerebro”- o Frank Miller -“Es, y seguirá siendo, uno de mis preciados ídolos”- y por escritores como Michael Chabon -“Es único por haber intuido desde el principio que los cómics no tenían por qué ser una forma de arte odiada, bastarda, barata y menospreciada, y que tenían el potencial de ser arte de verdad”- o John Updike -“Estaba más que adelantado a su tiempo; el presente aún está intentando alcanzarle”-. Nada más cierto, pues el propio Eisner auguró: “Estoy convencido de que el contenido de las historias será el combustible del futuro de los cómics”.