Fue la noche de los vestidos de gala negros, la noche en que la alfombra roja del Berverly Hilton de Los Ángeles se transformó en alfombra negra para homenajear a las víctimas de los abusos sexuales que empezaron a romper su silencio a raíz del escándalo Harvey Weinstein. Esas reivindicaciones, expresadas con el eslogan de Time’s Up (se ha acabado), dominaron la 75 edición de los Globos de Oro, los premios que entrega la Asociación de la Prensa Extranjera de Hollywood. Tres anuncios en las afueras se aupó como mejor drama, un podio que compartió con Lady Bird, una película modesta y de bajo presupuesto, en la categoría de comedia.

Tres anuncios en las afueras se convirtió en la película a batir de cara a los Oscar tras imponerse, no sin cierta sorpresa, a La forma del agua, Los archivos del Pentágono, Call Me By Your Name y Dunkerque. La comedia negra de Martin McDonagh, galardonado con el globo al mejor guión, narra la historia de una madre (Frances McDormand) dispuesta a remover cielo y tierra para resolver el asesinato de su hija, lo que incluye enfrentarse al sheriff local interpretado por Woody Harrelson. El filme le ha valido a McDormand su primer Globo de Oro, otra estatuilla para una actriz que ha conquistado los principales premios del cine, el teatro y la televisión estadounidense.

«Mantengo mis opiniones políticas en privado, pero ha sido estupendo estar esta noche aquí y ser parte del cambio tectónico en la estructura de poder de nuestra industria», dijo McDormand, quien ya ganó un Óscar por Fargo. El cuarto premio para Tres anuncios en las afueras se lo llevó Sam Rockwell como mejor actor secundario.

La noche acabó siendo muy monotemática, una dinámica que ya se presagiaba desde que Hollywood empezó a airear la cultura tóxica que impera detrás de la pantalla y que ha servido para que se abra un serio diálogo sobre los abusos a las mujeres en todos los ámbitos de la vida estadounidense. Seth Meyers, el maestro de ceremonias de la gala, fue el primero en disparar. «Para los nominados presentes esta noche en la gala, esta será la primera vez en tres meses que escuchan su nombre en alto sin estar aterrorizados», dijo en el monólogo inicial. Weinstein, Woody Allen y Kevin Spacey fueron pasto de sus dárdos ácidos. También hubo espacio para Donald Trump, ignorado posteriormente.

OPRAH WINFREY

Aunque su parlamento inicial estuvo a la altura, Meyers desapareció a medida que avanzaba la ceremonia para ceder el protagonismo a Oprah Winfrey, la idolatrada matriarca del talk-show estadounidense. Ophra puso en pie a la platea con los ocho minutos de discurso que pronunció tras recibir el premio honorífico Cecil B. DeMille, la primera vez que se entregaba a una actriz negra. «Durante demasiado tiempo, las mujeres que se atrevieron a decir la verdad sobre el poder de esos hombres no fueron escuchadas o creídas. Eso se ha acabado», dijo la empresaria y presentadora de televisión, quien fue violada cuando tenía 9 años y perdió a su único hijo al nacer cuando tenía 14.

El británico Gary Oldman ganó como mejor actor dramático por su interpretación de Winston Churchill en El instante más oscuro y el omnipresente James Franco hizo lo propio en la categoría de comedia por su papel en The Disaster Artist. Por su parte, el mexicano Guillermo del Toro se hizo con la estatuilla al mejor director por su trabajo al frente de La forma del agua, un filme fantástica marca de la casa que narra la historia de amor entre una mujer muda y un extraño anfibio humanoide. Y Pixar añadió otra estatuilla a su colección con la película Coco.