En cine, no hay límites a la hora de convertir en comedia cualquier tema (recordemos cómo el nazismo dio pie a filmes como Ser o no ser de Ernst Lubitsch o El gran dictador de Chaplin), aunque sea algo tan dramático como las relaciones entre Israel y Palestina. Y lo hace muy bien Sameh Zoabi (director palestino con nacionalidad israelí), en su ópera prima Todo pasa en Tel Aviv, una divertida e inteligente película, muy agradable para disfrutar en estos tiempos tórridos, un regalo de lo más fresco para los amantes del buen cine. La acción transcurre en un plató de televisión donde se graba una serie titulada Arde Tel Aviv, ambientada en 1967, justo antes de la Guerra de los Séis Días. El protagonista de la cinta es un becario, titulado en letras, que ha comenzado a trabajar en la producción de su tío (el jefe de todo), para corregir y asesorar en guiones y actuación a los intérpretes con problemas de traducción. Se nos muestran los avatares del día a día de este aspirante a guionista cuando ha de cruzar la frontera y sus relaciones con el oficial al mando, que pretende influenciarle para poder intervenir en la trama de la telenovela que su familia y gran parte del país siguen con pasión. A partir de estas premisas, con sagacidad, se consigue profundizar en las relaciones entre estas dos personas y el entorno de ambas, y de paso en las relaciones entre estos dos países enfrentados dentro y fuera de la ficción televisiva que se graba, muy mediatizada argumentalmente por el conflicto. El entretenimiento está asegurado, así como las muy notables interpretaciones del reparto comandado por Kais Nashif en el papel de un palestino perdido y sin blanca que comienza de chico para todo como ayudante de producción y consigue ir ascendiendo, aunque su verdadera vocación es la de escritor. También están muy bien todos los actores y actrices de reparto, como el capitán israelí que encarna Yaniv Biton. Recomendable, pues, por su humor irónico y sutil.