Siempre recordaré a Bruno Ganz en dos películas que marcaron mi vida como espectador, alimentando el amor que siento por cierto tipo de cine. Me refiero a En la ciudad blanca (1983), de Alain Tanner, y Cielo sobre Berlín (1987), de Wim Wenders. Ahora, este gran actor de cine y teatro que muchos recordarán por su transformación en Hitler cuando protagonizó El hundimiento (2004), de Oliver Hirschbiegel, se mete en la piel -con la grandeza que le caracteriza- de un intransigente y ferviente militante de la causa comunista en el Berlín Oriental. Durante el otoño de 1989, a propósito de su noventa cumpleaños, se reunirán familia y admiradores del régimen para homenajearlo y sumar una distinción más a las muchas que posee.

Sin embargo, nada más comenzar el filme asistimos a la despedida de alguien que faltará a la celebración porque estará al otro lado del Muro para entonces, motivo este para mantener cierta tensión en el ambiente, ya de por sí enrarecido por el carácter del protagonista. En tiempos de luz menguante está basada en la novela homónima de Eugen Ruge y nos retrotrae a un tiempo y un lugar ya lejano para muchos, pero que conviene recordar en esta interesantísima ópera prima cinematográfica de Matti Geschonneck. La casa donde se desarrolla la acción se nos presenta bastante adecentada en su exterior, pero con bastantes fisuras en su interior. Como lo demás -los personajes, la situación política y social...- todo pende de un hilo, o un clavo, mejor dicho (sabrán por qué si asisten a la proyección y contemplan cómo más de una cosa se va al garete).

La película está muy bien filmada e interpretada (el reparto está a la altura que merece Ganz), se mantiene la expectación durante la trama y la ambientación es magnífica, pues con la ayuda de la excelente fotografía de Hannes Hubach se nos traslada a esa época fría y distante en un viaje a un triste pasado.