Obra: ‘Luces de bohemia’.

Autor: Ramón María del Valle-Inclán.

Actores: Roberto Quintana, Manuel Monteagudo, Juan Motilla, Amparo Marín, Antonio Campos, Rebeca Torres, Juanfra Juárez, Silvia Beaterio y José Luis Bustillo.

Dirección y adaptación: Alfonso Zurro.

Lugar: Teatro Góngora.

Alfonso Zurro, al frente de un gran elenco, nos deleita una vez más con esta obra maestra de la literatura española con la que Valle-Inclán hizo un retrato perfecto de la sociedad de su tiempo iniciando así el género del esperpento, deformando la realidad en base a destacar los rasgos grotescos y absurdos.

Zurro mueve sus piezas con maestría para conseguir, sin apartarse del texto original y solo con algunos cambios puntuales, ofrecer su visión personal sobre la imagen de estos hechos y personajes que están deformados. A su lado, Curt Allen Wilmer crea un espacio escénico perfecto en el que, en base a las distintas posiciones de los cajones que aparentan ser ataúdes, recrea cada uno de los distintos lugares en que se desarrolla la acción. Es también el responsable del diseño del magnífico vestuario pintado a mano, acorde con la mirada de esa deformación de los personajes. La iluminación de Florencio Ortiz permite jugar con la llegada de la muerte, paso a paso, filtrada por la luz lúgubre que lleva casi en volandas a los intérpretes.

Zurro juega con el tiempo en el tremendo flashback del viaje de Max Estrella hacia la muerte, acompañado de su lazarillo Latino de Híspalis, a través de las cerca de 24 horas de que disponen para representar su personal vía crucis laico mientras todo se desmorona a su alrededor. Roberto Quintana y Manolo Monteagudo hacen dos grandísimas interpretaciones de los personajes centrales mientras que a su lado el resto del elenco brilla con luz propia en los más de 30 personajes que deben componer, además de un conseguidísimo coro que presenta las acotaciones de Valle como si de un coro griego se tratara.

Esperpento y surrealismo de calidad que, presentado sobre los años 20 del pasado siglo, muestra el reflejo de esa sociedad caduca y decadente en la sociedad actual. Desde la doble moral de Latino de Hispalis, hasta la ceguera visionaria de un Max Estrella más lúcido que nadie que, poco a poco, va quedando desnudo porque todo le es arrebatado. Sabias palabras las que transmite a Híspalis: “[…] El sentido trágico de la vida española solo puede darse con una estética deformada. […] Mi estética actual es transformar con matemática de espejo cóncavo las normas clásicas”.

Gracias a todos los integrantes en este más que espléndido espectáculo por acercar, de forma sublime hasta el espectador, la fuerza de la palabra de Valle, como ladridos, o cuchilladas, caricias, lametones, aullidos…