El cineasta Rodrigo Sorogoyen, director de Stockholm y Que Dios nos perdone, que ayer recibió en el Festival de Cine en Español el Premio Málaga Talent, con el que el certamen reconoce cada año la trayectoria de jóvenes autores que se alejan de los caminos más transitados, admitió ayer que quizás es «muy inconsciente» y esa inconsciencia le «viene muy bien», por lo que no ha sentido vértigo en estos años y los ha vivido «con mucha naturalidad». El debut en el largometraje con Stockholm supuso «hacer una película sin medios y sin cobrar y tener la fortuna, en gran parte gracias al Festival de Málaga, de que el filme hiciera ruido y eso permitiera hacer Que Dios nos perdone».

«Me siento muy a gusto en esa comunicación, me tomo el trabajo como algo muy divertido, que me divierte mucho, y en esa diversión entra compartirlo con gente que me gusta». Sorogoyen quiere pensar que, al margen de las «evoluciones lógicas», no ha cambiado su forma de trabajar y le sigue «interesando el mismo tipo de cine, hacerlo de la misma manera o tener la misma mirada». Uno de los proyectos en los que trabaja ahora es convertir en un largometraje su exitoso cortometraje Madre, para lo que ya tiene el guión escrito. «Es muy difícil levantar una película hoy en día, pero me hace mucha ilusión y lo estamos intentando, porque me encantaría rodar este verano». Lo que sí es seguro es que el próximo 28 de septiembre estrenará su nuevo largometraje, El reino, un thriller político sobre la corrupción del que presentó un avance ayer en el Festival de Cine Español. Según Sorogoyen, le interesaba, sobre todo, «la corrupción humana», y por eso le daba igual «qué roban y cómo lo roban», porque lo importante es «por qué». Al cineasta le «apetecía hacer otro thriller con los mismos socios» de Que Dios nos perdone y, como no iba a repetir el género policiaco, la continua aparición de casos de corrupción le hizo sentirse «casi obligado» a reflejarlo en la pantalla. El protagonista es interpretado por el actor Antonio de la Torre, quien ha explicado que su personaje es «un cargo intermedio en un cargo político, con una vida cómoda en la que comete una serie de corruptelas».