«¡Guauuu!», «¡Qué fuerte!», «¡Qué maravilla!». Estas frases fueron las primeras en oírse cuando, en la mañana de ayer, el primer grupo de privilegiados visitantes se adentraba en el Salón Rico de Medina Azahara, donde treinta personas de todas las edades, algunas de ellas de fuera de Córdoba, pudieron transportarse al siglo X a través de las explicaciones del arqueólogo Luis Tobar, el primero de los tres expertos que se encargarán de contar los secretos e interpretaciones que encierra esta emblemática sala de la ciudad palatina, símbolo del poder del califa. Rodeados de tanta belleza y riqueza artística, y con restos de historia depositados ordenadamente sobre paneles en el suelo a la espera de formar parte de un maravilloso puzzle, algunos reconocieron haber vivido una experiencia «muy especial» tratando de imaginar cada uno de los detalles que Tobar iba contanto.

Porque, al fin y al cabo, lo que Abderramán III trató de alcanzar con esta arquitectura era «un paraíso» en la tierra para mostrar su infinito poder, y contrarestar así el que iba adquiriendo en ese momento el califato Fatimí, según señaló el experto. Así, el Salón Rico y los jardines que lo anteceden están llenos de símbolos decorativos nunca vistos hasta entonces en el Mediterráneo, que, además de poder, también pretendían mostrar lo cerca que el califa estaba de Alá. Para muchos, no fue difícil imaginar a Abderramán III bajo el arco que preside el salón principal de la estancia recibiendo a las distintas embajadas, que acudían a su encuentro a través de un paseo que evocaba la fuerza de la naturaleza.

Los visitantes también pudieron conocer el proceso de restauración que se está llevando a cabo en esta estancia, en la que brilla especialmente el panel de atauriques de la sala oeste, prácticamente restaurado y plagado de una simbólica decoración que, según contó Tobar, tiene su origen en la influencia de los astrónomos, sabios, magos y horoscopistas de los que se sirvió el califa para alcanzar su cielo en la tierra.

«Me ha encantado dar rienda suelta a la imaginación», decía Gustavo, un joven que se sentía «un privilegiado» al poder realizar esta visita, mientras su acompañante, Pilar, agradecía «que nos hagan partícipes por unos días de esta cultura y su grandiosidad». Por su parte, Ricardo aseguró que «estaba deseando conocer los avances de estos últimos años», reconociendo ante su «sorpresa» que lo ha encontrado «muy cambiado». Las visitas, cuyas reservas están agotadas, continuarán hasta el 5 de enero.