Tantas veces nos hemos emocionado con el cante flamenco de la catalana Mayte Martin que creíamos que nuestra capacidad de sorpresa la teníamos sobradamente cubierta. Esta cantaora-cantante reúne facultades lo suficientemente valiosas para incurrir en otras músicas ajenas al flamenco, como ya dejó bien claro, tiempo atrás, su recordada colaboración con el pianista Tete Montoliu. El concierto que nos ofreció contuvo todos los ingredientes para emocionar a un público fiel que la tiene como un icono de la música actual. Una vez más, su gran sensibilidad inundó de buen gusto el Teatro Góngora, rendido a las formas expresivas de esta artista, que, guitarra en mano y acompañada por sus espléndidos músicos, nos mostró un perfil completo de su capacidad interpretativa, poética y creativa. Aclaró que este proyecto viene madurándolo desde hace décadas y que pronto sería plasmado en una grabación que ya nos anunciaba la tarjeta que nos entregaron a todos los asistentes a la entrada del concierto.

La mayoría de sus canciones están presididas por un tono melancólico y doliente que, para este cronista flamenco, es la gran afirmación de su personalidad, lo que provoca la aceptación de un público diverso, que esa recordada noche pidió insistentemente su continuidad en el proscenio, a lo que accedió pletórica por haber estrenado en este Festival de la Guitarra este Tempo Rubato que, salvo a alguna alusión a otros compositores españoles y a su admirado Carlos Gardel, es una muy cuidada y sensitiva creación que viene a enriquecer, sin duda, su ya larga y fecunda trayectoria artística.