Primera inyección de hard rock de esta edición del Festival de La Guitarra de Córdoba con los británicos Saxon en uno de sus sobrios, contundentes y efectivos conciertos. Un género eterno, que tiene la parroquia más fiel y que se mantiene en una estética plagada de clichés que, aunque parezcan anclados, conservan una fórmula casi mágica que funciona una y otra vez a lo largo del tiempo. Por algo será.

Saxon demostó una vez más por qué personifican, como pioneros, esa regularidad que les otorga una gran reputación y les hace merecedores del respeto que se han ganado a pulso durante los 40 años que llevan en la brecha y que se cumplen en este 2019. El mismo que quizás no hubieran cosechado si hubieran mantenido su primer nombre, Son of a Bitch (Hijo de puta), allá por la década de los setenta.

A pesar de de ser viernes y tener el lujo de poder disfrutar de estos clásicos del heavy, no llenaron el Teatro de La Axerquía, aunque los presentes ya se relamían, minutos antes, al ver los 12 amplificadores Marshall para las guitarras atronadoras de Paul Quinn y Doug Scarratt, que sonarían demoledoras en la presentación de Thunderbolt, Thunderbolt,el último disco de una banda que se mantiene con el liderazgo de uno de sus fundadores, el cantante Biff Byford, que a sus 68 años sigue enfundándose en su levita y demostrando que su garganta sigue poderosa. Sin olvidar la efectividad de la sección rítmica, formada por el veterano Nigel Glocker en la batería y el bajo de Nibbs Carter.

Además de los cortes del nuevo disco, sonaron temas emblemáticos como Princess of the night, en un concierto sin bises en el que también planeó la sombra, que también parece eterna para los Sajones, que les encuadra en una rutina peligrosa que les comprime frente a otros ejemplos hambrientos, sobre todo americanos.