Después de empezar el día con una función familiar, La Principita, de Teatro Clásico de Sevilla, la sesión de la tarde comenzó con La Isla, un texto original del autor montillano Juan Carlos Rubio, que también firma la dirección del montaje. Sobre el tapiz, dos actrices en estado de gracia dan vida a los personajes: Gema Matarranz y Marta Megías. Una escenografía minimalista cumple a la perfección su cometido y lleva al espectador desde una sala de ensayos, donde Gema y Marta están trabajando sus papeles de Ada y Laura, hasta la sala de espera de un hospital en el que estos personajes esperan para conocer el estado del hijo de ambas. Metateatro que traza una muy sutil línea divisoria entre la realidad y la ficción, a pesar de que todo surge de la mente y del alma de Juan Carlos Rubio en este texto bellísimo. Teatro en estado puro en el que las actrices entran en un difícil juego escénico con gran intensidad, pero modulando los impulsos, sacando todo lo que llevan dentro para mostrar la cantidad de distintos registros con los que envuelven la función y, de esta forma, llegar a cada uno de los arcos y giros que va adoptando este magnífico texto. Gema y Marta, como Ada y Laura, se introducen en el alma de estas dos mujeres y analizan sus distintas posturas ante la sexualidad, cómo se conocieron o su relación de pareja y cómo abordan la infidelidad. Y no quiero revelar nada más.

Ya en el Teatro Coliseo, La Zaranda propuso un espectáculo con la firma y formato propio de la compañía. Se trata de El desguace de las musas, original de Eusebio Calonge y dirigido por Paco de la Zaranda. Gabino Diego, Inma Barrionuevo, Mari Ángeles Pérez-Muñoz, Gaspar Campuzano, Enrique Bustos y Francisco Sánchez nos cuentan una historia sobre el arte que puede parecer frívolo y se convierte en trágico. Puesta en escena muy en la línea del Teatro Inestable de Ninguna Parte que enseña por dentro, con tintes de humor muy personal y el lenguaje de Calonge, las miserias de los cómicos que llegan al final de la meta sin solución de continuidad. Terminamos la velada con Vigilia, un espectáculo de circo contemporáneo con el que Varuma celebra su 20 aniversario. Este montaje tiene la idea, texto y dirección que firma Jorge Barroso Bifu y el trabajo físico, técnico y emocional de Paula Recio, Néstor Aguilera, Antonio Adame y Renata Edison. La ciudad se despierta. Ruido, personas que salen a la calle y no se reconocen, que no tienen un punto de encuentro. Desde su ventana, una mujer en estado de insomnio -vigilia- se hace sus propias reflexiones; todo ello en un espacio escénico cargado de poesía visual, de imágenes a veces sin sentido pero con gran carga emocional, que nos cuentan su visión del mundo, dentro de un espacio sonoro cargado de alegorías apoyadas en piezas de música clásica y números circenses dotados de gran finura y elegancia que más parecen pasos de ballet que trabajo con aparatos de circo. ¡Bravo Bifu!