El pintor cordobés Rafael Navarro expone estos días en Kassel (Alemania) una muestra de su obra con motivo de la inauguración de una escuela de artes. La muestra, inaugurada el pasado viernes, permanecerá abierta hasta el 31 de octubre y recoge un total de 132 obras, entre lienzos y papeles. Abarca los últimos treinta años de producción del pintor, ya que 18 lienzos, propiedad del arquitecto Alfonso Rodríguez Herrero, comisario de la exposición, están fechados entre 1983 y 2004, y el resto --64 lienzos de óleo y técnica mixta y 50 papeles de técnica mixta-- pertenecen a su serie Matador. Nosferatu , realizada entre 2004 y 2010. Esta es la primera exposición individual que realiza en el extranjero, si bien ha participado en alguna colectiva en Francia y Holanda. En Córdoba no expone desde 2006, cuando colgó su obra en la Galería Arte 21.

La muestra ha sido posible gracias a Alfonso Rodríguez Herrero, al que conoció hace 29 años, cuando los dos eran profesores de dibujo en la Escuela de Artes y Oficios. Desde entonces, Rodríguez Herrero ha ido adquiriendo sus cuadros y trabando con él una gran amistad. Otra amistad, esta con el arquitecto alemán Michael Wilkens, catedrático de Teoría de la Arquitectura, le ha ofrecido la posibilidad de llevar la muestra a Kassel. En la inauguración, Rodríguez

Herrero destacó la plena dedicación de Navarro a la pintura, como consecuencia de una toma de posición ética. Lo definió como un pintor rebelde, cuyas características fundamentales son la valentía, al rechazar la seguridad de una plaza de profesor para dedicarse a pintar, y la insobornabilidad, por mantener su universo estético y no plegarse a las leyes del mercado.

Rafael Navarro (Córdoba, 1946) estudió en la Escuela de Bellas Artes de Madrid y durante un tiempo fue profesor de la Escuela de Artes y Oficios de Córdoba. Se considera, sin embargo, antiacadémico, por lo que dejó la enseñanza. "El academicismo es un corsé para la libertad. El arte es creatividad", asegura. En este sentido, considera que el alumno debe desaprender lo aprendido. Se define como expresionista matérico en la línea de Bacon, Soutine, Saura, Goya, Van Gogh o Bukowski, y asume que su pintura no es popular, pero no le importa, porque él pinta por necesidad, no para vender. Le interesa la condición humana y pinta sobre todo cabezas. El Matador de su colección es el hombre contemporáneo, exterminador de su especie. El Nosferatu viene por su entusiasmo con el cine de Murnau.