El arte florece en los lugares más insospechados. En una ciudad como Córdoba, donde los espacios expositivos son una especie en vías de extinción, el instituto de Secundaria Averroes, ubicado en la calle Motril, en el meollo de uno de los barrios más pobres de España, mantiene abierto al mundo un verdadero pulmón de arte. Se trata de la sala Tríptico, que lleva más de tres décadas oxigenando el pensamiento de generaciones de estudiantes necesitados de inspiración. La sala abrió sus puertas en 1988 de la mano de Francisco Vargas Alhama, un profesor de dibujo que, junto a sus compañeros Carmelo López de Arce y Antonio Povedano Marrugat, dio forma a un triunvirato capaz de dotar de contenido este espacio. Actualmente, es el artista baenense Pepe Cañete quien lleva el testigo de sus antecesores. «La sala sigue viva gracias al voluntarismo de todos», asegura López de Arce, convencido además de que el arte ha servido para aportar nuevas perspectivas a los alumnos. «La sala ha sido siempre un espacio de respeto para los chavales y, de hecho, los más rebeldes han trabajado con nosotros a la hora de montar las exposiciones porque lo veían como un oasis en el que aprendían sin darse cuenta», afirma el profesor. Por la sala del Averroes han pasado artistas como Juan Rosco, Parody, Antonio Monterroso, Andrés G. Leiva, el Grupo Numen o José Duarte, entre otros.

En este momento, Tríptico acoge una muestra del pintor carloteño Antonio Hermán titulada El mar y yo, que vuelve a esta sala con una serie en la que la mayoría de las piezas, realizadas con acuarela, lápiz y acrílico, se exponen por primera vez y son obras realizadas por el artista durante su estancia en Menorca el verano pasado. El resto pertenece a la colección Paisaje de agua. «El mar es una constante en mí», asegura Hermán, que en su próximo proyecto cambia radicalmente de tercio para adentrarse en la campiña, aunque sin abandonar definitivamente el mar porque «mezclo lo acuático y lo terrenal». Su inspiración está clara. «Estar en el valle del Guadalquivir hace que el paisaje tenga un largo horizonte y atardeceres espectaculares», asegura, al tiempo que se muestra encantado de exponer en la sala Tríptico. «Me parece genial cómo han sido capaces de crear en un instituto ese interés por el arte, algo que no se ve en otros centros con más medios», además de que «ha dinamizado culturalmente el barrio», dice. En su opinión, «Córdoba es una ciudad curiosa, tenemos dos restaurantes con estrellas Michelín en barrios como Cañero y la Fuensanta y una sala de arte con más de 30 años de historia en pleno Sector Sur». El siguiente proyecto de Antonio Hermán se expondrá en La Carlota en abril, en el patio del Ayuntamiento, coincidiendo con la Feria del Libro de la localidad. Se llamará Play Ground y retomará la instalación de la que hizo un ensayo en Art Sur en La Victoria.