Virginia Woolf sorprendió desde niña, cuando entre los 10 y los 13 años escribió sus dos primeros relatos, dos narraciones sofisticadas e impropias de su edad, por estar escritas desde el punto de vista de unos adultos, una pareja que afronta la paternidad, y que ahora se publican en español. Las aventuras agrícolas de un cockney y Las aventuras de un padre de familia, en traducción de Ainize Salaberri, han sido reunidas para su primera edición en España en un solo volumen por la editorial Nórdica, con unas deliciosas ilustraciones de Maite Gurrutxaga.

Aun por el pequeño formato de la edición y las ilustraciones en color de Gurrutxaga, el director de Nórdica, Diego Moreno, que ha presentado el libro en Sevilla, ha advertido que no se trata en absoluto de literatura infantil ni juvenil, y pone como ejemplo la despegada y nada idealizada visión de la paternidad que ofrece una aún niña Virginia Woolf. Diego Moreno ha dicho que el lector podrá descubrir a «una Virginia Woolf diferente a la imagen que ha quedado de ella; estos dos textos son alegres, divertidos, fruto del interés de una niña ansiosa por explorar --como otros muchos niños-- y de llevar al papel sus experiencias literarias --también como otros jóvenes--, pero lo que sorprende es la calidad literaria y los detalles en los que fija su mirada, pues parecen muy adultos».

Como «una mirada diferente y divertida de la vida en pareja» describe el editor estas dos narraciones, en las que se cuentan las aventuras de un joven matrimonio londinense que se traslada al campo, y las vicisitudes de una joven pareja que ha de convivir son un intruso, su propio bebé. Virginia Woolf empezó a escribir a los 9 años en un periódico familiar para el que sus hermanos y ella eligieron el título de Hyde Park Gate News en el que contaban todos los acontecimientos que se producían en el ámbito familiar.