La pasión por su labor poética y el momento que marcó en el mundo de los versos Eduardo García, «un poeta de pies a cabeza», fueron dos los aspectos de su vida y obra que un nutrido grupo de escritores destacó ayer del autor brasileño afincado en Córdoba, durante el coloquio internacional sobre su obra literaria y filosófica organizado por la Universidad de Córdoba, en colaboración con la asociación Casa del árbol. Con la intención de analizar y difundir su legado, entre ayer y hoy, escritores y profesores de diversas ciudades españolas y francesas se dan cita en distintos escenarios cordobeses en un encuentro que comenzó ayer en la Facultad de Filosofía y Letras y finalizó en la librería La República de las Letras.

Durante la jornada, se reflexionó ampliamente sobre las ideas estéticas de García y su lugar en el panorama de la poesía actual a través de intervenciones como la del escritor cordobés Federico Abad, gran amigo del poeta, que se encargó, tras su muerte, de gestionar su archivo informático. Durante su ponencia, Abad se centró en los correos recibidos y enviados en el periodo comprendido entre el verano del 2004 y el del 2006, una etapa «muy interesante en la vida de Eduardo porque en aquella época ya había terminado de escribir Una poética del límite y, al mismo tiempo, estaba gestando algunos de los poemas que comprendían La vida nueva», poemario con el que consiguió el premio Nacional de la Crítica en el 2009. Así, a través de algunos extractos de esos correos, Abad ha descubierto a un Eduardo García de «prosa apasionada, muy bien resuelta y de mucha calidad», que aporta claves interesantes en varias líneas.

Por un lado, señaló Abad, se percibe la línea clásica del poeta con buena posición que emite opiniones de textos que le envían otros autores para que ofreciera un juicio, y también hay otras misivas «en las que se adentra en la tradición o en cómo se plantea él la posmodernidad». También es «muy interesante», a juicio del escritor, el hecho de que «esa crisis que vive en esa etapa es muy fructífera, dio muchos resultados y fue cuando gestó sus mejores poemas».

Para Abad, estos correos no han supuesto una sorpresa porque eran enviados, principalmente, a sus amigos escritores, un grupo de amplio espectro, y ofrecen juicios interesantes que ahora podrán conocer sus lectores. «Era un poeta de pies a cabeza, totalmente entregado a su labor literaria, hasta el punto de que se queja de esos dos años que le robó la redacción de La poética del límite, lo que demuestra la pasión que sentía Eduardo por su labor poética».

Por su parte, el poeta cordobés Antonio Luis Ginés centró su ponencia en el libro de García Escribir un poema, profundizando en la importancia de ese manual, ya que hasta entonces «no había nada tan completo en el panorama nacional». «Eduardo marcó un momento muy interesante, sobre todo, para los que veníamos dando talleres de poesía, ya que, de alguna forma, refrendó parte de los contenidos que veníamos manejando, a lo que él le dio un cierto rigor, consiguiéndolos reunir en una publicación». Por otro lado, continuó Ginés, «no era una publicación cualquiera», ya que el autor trasladó el mismo tono que usaba en su vida cotidiana, «siempre empático, muy cómplice, conectando muy bien con el lector», matices sobre los que también profundizó Gines al hablar de este libro «tan redondo». También participaron en la jornada de ayer Jon Kortázar, Nuria Rodríguez Lázaro, Vicente Luis Mora, Gilles del Vecchio, Ana Isabel Martín Puya, Ana Rodríguez Callealta y Pedro Ruiz Pérez.