El escritor cordobés Joaquín Pérez Azaústre presentó ayer en la Delegación Territorial de Educación, Cultura y Deporte, ante casi doscientas personas, dentro del ciclo literario Letras Capitales, su último poemario, Vida y leyenda del jinete eléctrico (Visor, 2013), con el que obtuvo el premio Jaime Gil de Biedma y en el que el compromiso del lenguaje cabalga junto al ético. "Como consumidor de poesía y literatura sigo defendiendo el arte por el arte y todas las posibilidades y discursos, pero en el momento en el que yo me encuentro personalmente, la poesía, en particular, y la escritura, en general, tienen un componente casi de combate verbal con respecto a cosas que se están viviendo y que han de ser denunciadas", asegura el autor, que con esto no quiere decir que se haya vuelto un "poeta de compromiso", sino que ahora "es muy difícil permanecer ajeno a muchas cosas que están ocurriendo", asegurando que la tradición, la estética y la belleza del lenguaje no tienen por qué estar enfrentadas a esa forma de reivindicación.

Vida y leyenda del jinete eléctrico es un único poema, escrito sin puntuación y sin mayúsculas, cuyo título hace alusión a la película El jinete eléctrico , rodada por Sidney Pollack en 1979 y protagonizada por Robert Redford y Jean Fonda, por lo que en este libro se pueden encontrar innumerables referencias al séptimo arte. "El cine de Robert Redford, el de finales de los años sesenta y principios de los setenta, era muy reivindicativo porque la sociedad también lo era. Son unos años en los que las sociedades acomodadas y pudientes se replantean su modelo de convivencia", comenta el autor, que subraya que "el cine que hizo Redford en películas como Brubaker , Todos los hombres del presidente y el propio Jinete eléctrico eran filmes en los que los conflictos del ciudadano frente al poder estaban muy presentes", como la crisis de la democracia, el interés de los gobernantes por controlar la libertad de expresión, el sistema penitenciario, la ecología, la rebeldía individual, el periodismo de investigación ante el abuso del poder o la independencia del creador. "Esto se ve en películas como Los tres días del Cóndor, El río de la vida o Tal como éramos , además de las anteriormente mencionadas", asegura.

Según señala Pérez Azaústre, su interés traspasa la propuesta estética de Redford para adentrarse en "cómo se podía construir no solo una poética, sino un discurso ético y político en torno a sus películas". En cuanto a escribir sin signos de puntuación ni mayúsculas, el autor reconoce que pretendía construir "un largo poema en el que introducir materiales muy diversos que pudieran convivir, que el lector pudiera entrar en el libro en cualquier momento y que no hubiese una mayúscula que inicia un principio y un punto final". El libro esta dividido en fragmentos para facilitar la lectura y "se puede abrir por cualquier parte y entrar en él como en un río, que tiene sitios más navegables que otros y distintos accesos", reconociendo, que "hay tramos que son de una lectura casi transparente y otros con más dificultad".

El libro salió al mercado en noviembre y se colocó en las listas de los más vendidos, recibiendo muy buenas críticas.