Es difícil hacerse notar entre el brillo de estrellas como su hermano Paco de Lucía, su amigo Camarón de la Isla o su hija Malú, pero con una vida que da «para tres películas» y un disco nuevo bajo el brazo Pepe de Lucía vuelve con las ganas de reivindicarse «como el último del siglo de oro de la cultura flamenca». «Con la edad que tengo, mi vida está sin descubrir; me acaban de decir en un programa que no encajo, con todo lo que yo puedo contar. Soy el último del siglo de oro de la cultura flamenca y pocos saben más, con la excepción de Fosforito», destaca el músico José Sánchez (Algeciras, 1945) en una charla, ante la publicación ayer de Un universo nuevo (Universal Music).

Su título es una «semblanza» a su hermano, al que solía referirse como su «mellizo» y llega 6 años después de la muerte del guitarrista flamenco de mayor influjo internacional. A él alude el título, explica, «porque es lo que él creó, capaz como era de pulsar una vez una cuerda con el pulgar en una rondeña y que sonara dos veces». «Me crie con él y siempre estoy acordándome», asegura, y su memoria le lleva varias décadas atrás, pero a unos pocos metros de donde se celebra la entrevista, a la pensión en la que solían quedarse con su padre en la calle Santa Isabel, cuando intentaban abrirse camino en Madrid como los Chiquitos de Algeciras.

«Paquito y Pepito» se pateaban las calles buscando dónde cantar y entre sus recuerdos más especiales de esa época, rememora cómo en un restaurante «donde solo iba el señorío de Madrid» les llegaron a dar por su arte una propina de 6.000 pesetas.

El mayor de los hermanos Sánchez Gómez terminó siendo apadrinado por una dama de la alta sociedad madrileña que organizaba muchas fiestas, en una de las cuales fue descubierto por el bailarín y coreógrafo José Greco, que se lo llevó a EEUU a participar en el show de Ed Sullivan. Allí vio «las estrellitas con esos rascacielos» y también a pie de calle, cuando conoció al capo de la mafia neoyorquina y campeón del boxeo Rocky Marciano, a las Supremes o al mismísimo James Brown gracias a unas prostitutas que lo llevaron a su camerino del Teatro Apollo de Nueva York y allí lo puso a bailar con las alegrías del Tiritrán.

«Mi vida da para tres películas, porque he vivido tres vidas: una de niño artista, otro de adulto artista y otro de viejo artista, que es lo que más me llama la atención», cuenta tras felicitarse por la llamada de Alejandro Sanz para hacer este disco y volver a la actividad «con la ilusión de los 8 años».

Por eso, explica, en el libreto no hay agradecimientos más que para el autor de Corazón Partío. «Solo él se ha preocupado de que yo no quedara ahí en el olvido», subraya, antes de precisar sus intenciones con este trabajo: «No pretendo ser más que nadie, pero me ha dado la satisfacción de volver a unir los polos de mi vida». «He disfrutado pero también he sufrido mucho, porque he cambiado un poco la tesitura, que ya tocaba. No puedo cantar tan alto como lo hacía», concluye el artista.