En los últimos años Paz Vega (Sevilla, 1976) se ha embarcado en un buen puñado de proyectos de la más diversa estirpe que abarcan desde ficciones televisivas en España ('Fugitiva'), culebrones de lujo en Latinomérica ('Cuna de lobos') y apariciones estelares en producciones de Hollywood, por ejemplo, junto a Sylvester Stallone en la última entrega de Rambo. Ahora estrena una curiosa y muy original película de autor titulada 'The Bra', dirigida por el alemán Veit Helmer, en la que aparece junto a Miki Manojlovic (protagonista de 'Underground', de Emir Kusturica) y Denis Lavant (actor fetiche de Leos Carax) y que se caracteriza, entre otras muchas cosas, porque en ella no se pronuncia una sola palabra.

En 'The Bra' interpreta a una mujer que vive en un poblado junto a las vías del tren y que se convertirá en una de las posibles propietarias de ese sujetador al que hace referencia el título, que funcionará a modo de zapato de Cenicienta en medio de un poblado en una región perdida de Azerbaiyán.

'The Bra' es un proyecto muy atípico, ¿qué es lo que más le interesó de él?

No suelen llegarme muchos guiones sin diálogo, como podrás imaginar, y sin embargo me sumergí en ese mundo que había construido el director (responsable de universos únicos como el Absurdistán), una mezcla entre realismo mágico, comedia absurda, el cine de Emir Kusturica y la ironía de los personajes de Aki Kaurismäki y ese sentido del humor hierático.

No es la primera vez que aborda un papel sin palabras.

Es cierto, ya lo hice con Pedro Almodóvar en Hable con ella, pero en aquel caso era un fragmento mudo rodado como si estuviéramos en los años 20. The Bra no es una película muda, es una comedia sin diálogo.

En cualquier caso, debe suponer un reto interpretar sin utilizar el lenguaje.

Sí que lo es. Aprendí muchísimo con este personaje, porque al no utilizar la palabra, tienes que buscar otros recursos. Además, la película funciona a través de un código muy específico que corresponde con las reglas que el director había creado para configurar ese universo, así que había que ser exigente con cada gesto, porque cada mirada y cada respiración, era importante.

Que el sujetador sea el símbolo de la película, como mínimo tiene connotaciones como fetichistas.

Entiendo lo que puede parecer a priori: la historia de un viejo rijoso, pero es precisamente todo lo contrario. Es una película limpia y pura, que utiliza un elemento que funciona como objeto de deseo erótico para despojarlo de cualquier matiz morboso. Los prejuicios y las ideas preconcebidas son muy peligrosas, y de eso también trata la película.

¿Podríamos considerarlo como el cuento de la Cenicienta con sujetador?

Sí, pero a mí también me recuerda a El Quijote, que sería el personaje que interpreta Miki Manojlovic, que siempre ha estado enfrascado en sí mismo y no le ha importado hasta que de repente se lanza a buscar a su Dulcinea. Denis Lavant sería Sancho Panza y el tren, su caballo Rocinante. Y en vez de luchar contra molinos, lo hará contra su soledad, que también es un gigante.

¿Cómo está llevando esta nueva normalidad en la que vivimos?

Ahora mismo llevo dos semanas rodando en Málaga la película La casa de caracol y no ha habido ningún problema. Creo que se puede volver a la normalidad con cuidado y todas las precauciones. Que no haya rebrotes depende ahora de nosotros, está en nuestras manos, no en las del Gobierno. Por eso tenemos que concienciar a la gente, sobre todo a los jóvenes, con campañas, como el Póntelo, pónselo, pero ahora en vez de con preservativos, con mascarillas.

¿Y el sector, cree que aguantará esta crisis?

En estos momentos la cultura es más importante que nunca. Es un error que cierren los cines, han demostrado ser lugares seguros. Hay que reactivar esta industria, que ya estaba tocada y apoyarla, porque ahora más que nunca necesitamos la música, los libros, las películas.