La simetría casi perfecta sobre el escenario de los coros duplicados y la orquesta dividida fue fiel reflejo de la solemnidad de la ocasión: La Pasión según San Mateo sonó completa y plena en la noche del jueves gracias al esfuerzo conjunto de escolanías, coros, orquesta y solistas. La interpretación contó con un necesario acierto, la proyección de subtítulos permitió al público experimentar la profunda comunión entre texto y música, esencial en esta obra.

Domínguez-Nieto ejerció una dirección trabajadísima y brillante, de marcado carácter dramático, muy flexible en los tempi, sin abandonar la mesura ni la hondura en ningún momento: en el trabajo con los coros, en los ariosos, las arias y los recitativos mantuvo un control total, un difícil equilibrio entre emoción y contención que nos entregó una Pasión de luterana honestidad.

Los coros exhibieron un buen empaste -a pesar de tener dos almas- y respondieron con brillantez a retos como las respuestas cruzadas y fugadas de la turba o con los solistas (wohin?) y las escolanías cantaron con tersura desde los palcos laterales -otro acierto, esta vez acústico-.

La orquesta, demediada, ofreció un magnífico sonido incluso en pasajes camerísticos muy exigentes, en los que destacaron Laura Llorca a la flauta, Pau Rodríguez al oboe, Isel Rodríguez al violín y la excelente violagambista de la cual no conseguí encontrar el nombre en el programa de mano.

LOS SOLISTAS // Entre los solistas, el resultado fue divergente: la voz de la mezzo Marifé Nogales se perdía en los registros bajos a pesar de lo escueto del acompañamiento y la soprano Cristina Bayón tuvo problemas de afinación y de intensidad, saliéndose en ocasiones del conjunto motu propio. Entre las voces masculinas, el tenor Juan Sancho construyó un magnífico evangelista que narró desde dentro el drama, con un excelente control de voz y expresión. Por su parte, el barítono Uwe Schenker-Primus fue un Jesús imponente; sereno, firme en su convicción y humano en su calidez, sobrecogía en sus intervenciones, aunque no menos que el también barítono Javier Povedano, que en su papel mutante (Pedro, Pilatos, Judas…) supo dar alma a cada uno de los personajes, con una hermosa voz llena de hondura y verdad en la expresión que nos dará grandes alegrías.