Leo en los papeles que el Ayuntamiento de Espejo parece que, por fin, va a llevar adelante su proyecto de plasmar en escultura la icónica foto de Robert Capa Muerte de un miliciano para lo que ya ha presentado una maqueta José Maria Serrano. La idea es situarla en el Cerro del Reloj donde se supone fue tomada. Una composición en la que también será recordada la alemana Gerda Pohorylle, más conocida como Gerda Taro. Como se sabe, Robert Capa era el seudónimo bajo el que trabajaba conjuntamente con su colega y compañero sentimental, el polaco Ende Erno Friedmann, lo que hace difícil dilucidar qué fotos fueron tomadas por uno u otra. Estos últimos días el Museo Reina Sofía ha recuperado tres de ella. En una un miliciano bebe por un porrón y las otras dos recogen acciones de guerra. Ambos socios se separaron más tarde conservando él la marca Capa. Hay una canción que los recuerda y reúne de nuevo en la muerte ( Taro Taro....Don´t spray into eyes, I have sprayed you into my eyes…).

Gerda murió en la batalla de Brunete, aplastada por un tanque republicano que realizó una falsa maniobra. Erno falleció en Indochina al pisar una mina anticarro. Curiosamente la guerra española se cobró las dos primeras muertes de mujeres periodistas. Junto a Taro también la de Renée Lafont enviada por el diario socialista Le Populaire, capturada cerca de Córdoba, fusilada y enterrada en una fosa común en el Cementerio de la Salud. Fue traductora al francés de las obras de Blasco Ibáñez. El hecho, documentado por Patricio Hidalgo Luque, es ahora recogido también por el catedrático de periodismo de la Universidad de Málaga Bernardo Díaz Nosty en su libro Voces de mujeres periodistas españolas del siglo XX. Al menos doce de ellas, republicanas y franquistas, cubrieron los distintos escenarios bélicos de la Guerra Civil junto a más de cincuenta extranjeras de veinte nacionalidades.

La obra recoge 216 perfiles, precedidos de unas consideraciones genéricas, ordenados cronológicamente y seleccionados, con un criterio amplio, bajo dos premisas: haber nacido en el s. XIX y extendido su actividad al XX o haber nacido antes de abril de 1939 y trabajado en los siglos XX-XXI. El autor los analiza a la luz de su tiempo histórico, respetando su identidad personal, sin buscar homogeneizar ni reconducir sus reflexiones, endulcorar o blanquear su memoria. Y por supuesto aspirando a que futuros trabajos más complejos corrijan probables errores y amplíen la información y la nómina de las incluidas. Solo se incluye una cordobesa: la montillana María de Bueno y Núñez de Prado, corresponsal de guerra en el bando nacional trabajando para Gaceta de Tenerife en los frentes de Vizcaya, Toledo y Madrid. El tribunal para la Represión de la Masonería la consideró próxima a ésta durante su juventud y le abrió un sumario en 1946 que no se cerró hasta 1963. Ella y Concha Espina pasan por ser las primeras en volar en un monoplano y un biplano respectivamente. En conjunto el libro es una magnífica y amena aportación llena de datos, estadísticas y análisis comparativos.

Del mundo de los papeles a las periodistas de papel. Hay muchos héroes del cómic periodistas. Entre los más famosos Superman, que en la vida cotidiana es Clark Kent, redactor del Daily Planet, con el que comparte aventuras otra intrépida redactora Lois Lane. Fotoperiodista del Daily Bugle es también Peter Parker (Spiderman), por no hablar de Tintín que tan solo en una ocasión aparece tratando de redactar una noticia que no le sale ni a tiros. En España todos los plumíferos, al menos los de cierta edad, queremos, recordamos e idolatramos a Tribulete, genial creación de Cifré, siempre en pos de una exclusiva que lucir en El chafardero indomable ante su eterno rival El aullido vespertino. Y siempre en busca de un aumento de sueldo y en riesgo permanente de ser despedido. Hay cosas que no cambian mucho...

Y sin embargo... En la historia del cómic «periodístico» español hay una reina de la que no se suele hablar mucho. Fue Mary Noticias, una audaz reportera de televisión aparecida entre 1962 y 1971 marcando una época en la que los tebeos «para chicas» abandonaban las historias de princesas, amores románticos y demás cócteles almibarados para adentrarse en profesiones y temáticas hasta entonces masculinas y revolucionando, en estética y actitudes, la imagen de las mujeres (no le faltaron problemas con la censura). Bien es cierto que aún no se desprendían del todo de la tutela del varón, pero por algún sitio había que empezar. Así que a Mary le echaba una mano un personaje misterioso (que en realidad era su novio disfrazado) cuando las cosas se le ponían feas con los malvados. La dibujaba, elegantemente, una mujer, Carmen Barbará. Llegaron a editarse cerca de quinientos números con sus aventuras -que hasta se exportaron a Francia- con tiradas astronómicas para la época. Merece añadirse a sus colegas de la vida real.