El joven tenor cordobés Pablo García-López protagoniza la ópera La flauta mágica, de W.A. Mozart, una producción del Teatro Villamarta de Jerez en la que colaboran el Instituto Municipal de las Artes Escénicas y la Orquesta de Córdoba, y que se representará en el Gran Teatro el 5 y 7 de marzo. Entre el elenco también destaca la soprano cordobesa Lucía Tavira, que se une a otras grandes voces de la lírica en este montaje, cuya dirección escénica corre a cargo del también cordobés Francisco López, que aborda el título de Mozart incidiendo en la importancia de cómo contar un argumento que hunde sus raíces en el cuento, pero que encierra muchas más cosas. Así, La flauta mágica, que se representará en enero en Jerez, contiene una serie de sorpresas que son fruto del mundo simbólico que refleja y de la emoción que transmite.

Según señala López, esta producción del Villamarta, desde el punto de vista artístico, es un proyecto compartido con Córdoba. De hecho, la dirección musical en ambas representaciones está bajo la batuta de Carlos Domínguez Nieto, director titular de la formación sinfónica cordobesa. «Esto supone que los costes sean menores para los dos teatros», asegura López, que señala que el elenco también es compartido, excepto en el papel protagonista de Tamino, que será interpretado en Córdoba por García-López.

«La flauta mágica es una ópera abierta, que permite muchas interpretaciones», explica López, que añade que esta ópera, junto con La Traviata y Carmen, es una de las tres más representadas en el mundo, algo «curioso», ya que frente a las otras dos, que son obras con un argumento claro y rotundo, esta es una pieza «extaña», donde se mezclan muchas cosas y su música «tiene algo que llega a un público de lo más diverso».

Con una mirada del siglo XXI, esta producción intenta responder a toda esa diversidad que ya había en su estreno, aunque «hay que tener en cuenta que esta ópera se estrenó en un teatro popular», por lo que tenía que ir al encuentro de un público, no noble ni refinado, sino hacia personas que buscaban otro tipo de cosas y, por tanto, tenía que entretener», continúa el director. Es por eso que esta pieza «es una obra compleja que en algunos momentos parece un relato de aventuras y en otros trasciende cuando habla del amor y la fraternidad», prosigue López. Dentro de la idea de la ópera como espectáculo, «nuestra propuesta sigue esa línea», con un gran montaje que no olvida esa mirada «popular, casi infantil». En cuanto a la escenografía, López asegura que va a «sorprender» porque es «potentísima» ya que, por un lado, hace un guiño al siglo XVIII y, por otro, es muy versátil, recurriendo a proyecciones que ayuden a entender la trama argumental.