No es domingo en el Dolby Theater sino jueves en el teatro Samuel Goldwyn de la Academia de Hollywood. No estamos en la gala de los Oscar retransmitida para millones de espectadores por televisión sino en un coloquio ante cerca de mil personas de los directores de los cinco trabajos nominados en la categoría de Película Internacional donde ha entrado Dolor y gloria. Y a Pedro Almodóvar, recibido con una de esas ovaciones reservadas para los grandes ídolos y maestros, esas dos horas en el escenario le brindan un nuevo recordatorio de la admiración que se le profesa en esta ciudad, en esta industria y entre sus colegas, otra oportunidad de celebrar y ser celebrado.

La gloria el domingo se da por destinada a los Parásitos de Bong Joon-ho, sentado a la izquierda de Almodóvar y entregado como el que más a aplaudirle, a aprovechar la oportunidad para preguntarle, por ejemplo, cómo creó la estructura del guion de Todo sobre mi madre. Pero no hay dolor, al menos aparente, en el realizador español. Tengo la sensación de que no voy a ser el ganador el domingo pero quiero dedicar el premio que no voy a recibir, dice provocando risas y sonrisas. Me siento en la mejor compañía, orgulloso de ser parte de este grupo.

Bong es el primero que se pone en pie para darle las gracias con aplausos. Pronto se le suma Jan Komasa, el director de la polaca 'Corpus Christi', que poco antes ha declarado el especial orgullo de estar nominado junto al manchego. Se levantan también los dos realizadores de la macedonia Honeyland', que por primera vez han colocado un documental en esta categoría. Y le aplaude Ladj Ly, el inmigrante de Mali negro, joven y urbano que ha aprovechado la nominación de 'Les Misérables' para denunciar la lamentable falta de diversidad del cine francés.

Tranquilos, muy tranquilos

Competir cuando hay un rival que es claro favorito, como también le sucede en estos Oscar a Antonio Banderas, que se tiene que medir en su primera nominación a la arrolladora candidatura del 'Joker' de Joaquín Phoenix, ha servido para darles a ambos una dosis de serenidad impagable para enfrentar la intensa y apretada agenda de actos promocionales, fiestas y celebraciones que preceden a los Oscar. Y director y actor repiten estos días variaciones de la misma expresión para definir sus estados: tranquilo, muy tranquilo, más tranquilo que nunca.

Con esa calma se ha paseado por los platos de los late night televisivos Banderas, dando pasos de baile de 'A Chorus Line' con Conan OBrien, contándole a James Corden que acudirá a la gala con su pareja, Nicole Kimpel, su hija Stella del Carmen y el novio de esta; o abriendo su corazón ante Stephen Colbert sobre cómo su infarto afectó a su fábrica de emociones. Pero podría saltar por los aires si diera la campanada.

Es algo que verían justo los críticos de las tres principales asociaciones de EEUU que le han reconocido como mejor actor del año. O los dos del 'Los Angeles Times', Kenneth Turan y Justin Chang, que en su última quiniela para mejor actor, en una categoría que Chang define de ridículamente potente, votan con la cabeza por Phoenix pero con el corazón por Banderas.